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El circo y los enanos. El perro flaco y las pulgas. El pan y la ausencia de dientes. Se puede estirar el refranero relativo a la mala suerte y así comprender qué le ha pasado a la pelota a mano profesional en su retorno.
Todo estaba listo en Eibar para acoger el primer festival después de 108 días sin pelota. Las mascarillas, el gel hidroalcohólico, la distancia de seguridad, el aforo limitado, los pelotaris... Todo, menos el Astelena. La catedral de la pelota, uno de los puntos fijos en la geografía y uno de los recintos que más festivales suele albergar, soltó ayer una coz por San Juan.
El frontón inaugurado hace ayer 116 años parecía enrabietado con todos. No dejó jugar a la pelota, echó a los pelotaris al suelo y solo, por necesidad de las empresas, permitió que se llegase al final del primer descorazonador encuentro en algo que parecía pelota sobre hielo. Porque la cancha del Astelena era una pista de hielo, un espejo donde ejecutar volteretas y no un suelo firme para asentar los pies y golpear la pelota. A pesar de lo visto en el primer encuentro, con Mariezkurrena llevándose la peor parte y con el firme cada vez más inestable, el espectáculo debía continuar. Era el estreno del Parejas Caixabank. Y si se cumple el dicho de que las cosas acaban como empiezan, ya nos podemos llevar las manos a la cabeza. Imposible mantenerse en pie, imposible pisar en el rebote, desplazarse en el rincón sin resbalar... Imaz protagonizó los dos trastazos más graves de la tarde.
Resultaba ridículo, como de película muda, ver a los mejores pelotaris buscar el cuero y acabar patas arriba. Pero no era divertido, sino peligroso. Así que la intendencia, con buen tino, decidió suspender el encuentro cuando Ezkurdia y Aranguren mandaban 5-2 en el tanteador.
Minutos después de la suspensión, Aspe lanzaba un comunicado en el que se explicaba que el choque entre Ezkurdia-Aranguren y Altuna-Imaz «se tiene por no celebrado, y será disputado en su totalidad en lugar y fecha que será comunicado próximamente». Según Aspe, las humedades se han visto agravadas por el uso de un producto desinfectante empleado en días pasados.
Y la desgracia se prolongó para Álvaro Untoria puesto que estaba programado después del estelar. Y el zaguero najerino, en el túnel de vestuarios, dispuesto ya a saltar al frontón, no se lo creía. Su retorno después de más de siete meses de lesión y de coronavirus, se tendrá que retrasar porque el Astelena así lo quiso. «Estoy triste porque no rompo el hielo, no termino de salir de la lesión. Pero está claro que así no se puede jugar», explicaba Álvaro Untoria tras abandonar el Astelena. El najerino se había encontrado «nervioso» al llegar al recinto, pero estaba dispuesto a jugar: «Ya con los tacos puestos me he notado bien, con buenas sensaciones y muchas ganas. Pero se ha jodido todo», resumía.
Habrá que depurar responsabilidades para saber de quién es la culpa de que el frontón, después de tanto tiempo cerrado, no se reconozca. Pero qué desgracia para la pelota. A ver si mañana en Ceánuri, por fin, se puede hablar de deporte.
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