Los mitos también cumplen años. Augusto Ibáñez Sacristán 'Titín III' llegó ayer a los 50. Medio siglo reventando frontones. Desde Tricio hasta el mundo. Y ahí sigue, gracias a Garfe, impartiendo lecciones de remate y demostrando que su cuerpo es más duro que el acero ... . El pelotari, cuyo palmarés contempla cuatro títulos del Parejas y uno del Cuatro y Medio, cuando echa la vista atrás se queda con un detalle: «Lo que más alegría me da es poder estar con la gente, sentir su cariño. Eso y haber podido compartir tantas cosas con mis compañeros. Las dos cosas me hacen sentir un privilegiado».
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El revolucionario de la pelota, el coprotagonista del denominado el mejor (y triste) partido de la historia, la final del 97 contra Retegi II, el emperador de Tricio, sigue pegado al deporte por una simple razón. «La pelota ha sido y es mi vida y es maravilloso que te dejen seguir disfrutando de ella. Cada vez que estoy en un vestuario, cada vez que me visto de blanco, siento el mismo gusanillo», reconoce el caracolero. Nada ha cambiado en su forma de afrontar los partidos, tampoco su genio: «Si me sale un mal partido o fallo una pelota, me sigo enfadando igual. En la competición hago mala sangre».
Siempre la ha hecho y tal vez ese gen competitivo sea el motor que le permita saltar a las canchas contra rivales a los que dobla en edad. Los calendarios que otros deshojan, para Titín no existen. Gracias a Garfe, el delantero sigue cumpliendo en localidades a las que iba a jugar en su juventud. «Treinta años después vuelvo y me encuentro con gente que no veía desde entonces. Me dan mucho cariño y ánimos... Y alguno también me dice que a ver si me retiro ya», bromea. De momento, eso no está en sus planes, al menos este año. Se siente con ganas. Además, la llegada de pelotaris como los hermanos Merino le han dado un empujón, aunque su situación les escueza. «La pelota actual no es para viejos ni para mayores. Menos Olaizola y Bengoetxea, todos son jóvenes. Ha cambiado mucho. Yo debuté a los 23 años y, cuando cumplí 25, me dijeron que hasta los 35 era la mejor edad. Antes te retirabas casi cuando querías. Ahora, si a los 25 nos has ganado nada, eres viejo. Creo que debe cambiar», incide.
Titín sabe lo que es cocinarse a fuego lento, quemando etapas como aficionado y luego llegando a la élite para hacer historia. Con 23 años, compatibilizaba su trabajo en una gasolinera con la pelota. Todo cambió con Asegarce, la televisión, Barcelona 92, Aspe, el juego de aire... «Cuando decidí ser profesional mis padres no las tenían todas consigo. En la gasolinera estaba bien y me costó dar el paso. Pero creo que acerté con el cambio», recuerda entre risas. Entre las pocas espinitas clavadas de su carrera, siempre recuerda una: no haber destacado en el mano a mano. Pero las alegrías borran pronto ese detalle. Con cincuenta años, Titín sigue en los frontones y ésa es la mejor noticia. «He tenido mucha suerte y me siento un privilegiado».
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