De la euforia inicial a la decepción final

Así, por la mañana David Vicente y Marcos Plaza se imponían en la final del torneo de pelota mixta de San Mateo por 13-22 a Ibáñez y Rey. Un vermú, almuerzo y más pelota. En la otra orilla del Ebro, porque ambos frontones se saludan.

Como era esperar, el Adarraga se llenó. 1.416 espectadores. La mejor entrada de estos ocho días de pelota profesional. No solo Zabala soñaba con ganar el torneo, sino muchos aficionados, sobre todo los más fieles al juego del logroñés. Sus dos primeros tantos, sobre todo la carambola del segundo, levantaron a los espectadores de sus asientos. Salvo a los de la última fila de grada, que siguieron todo el partido de pie. Mucho mejor para ver lo que pasaba.

El frontón entró en estado de euforia, aunque fue una montaña rusa emocional a lo largo del enfrentamiento. De la esperanza a la desazón. Sentía que algo no funcionaba, así que incluso celebraba los errores de Ezkurdia y Rezusta, aunque poco tuvo que festejar porque el navarro y el vasco apenas fallaron.

En ese escanario, la grada fue perdiendo fuerza. Los días no pasan en balde y la fiesta ha sido mucha y continuada. Más silencioso la grada del rebote, que suele ser la más ruidosa, la alegría del recinto. Y en cancha, lamentos ante el fallo o la impotencia de los azules.

Crecían Ezkurdia y Rezusta a la par que se apagaba el graderío, que acabó entregado a los ganadores merecidamente, aunque más con la cabeza que con el corazón.