Urrutikoetxea felicita a Irribarria, campeón de la final del Manomanista disputada el pasado año. J.M. LÓPEZ/D.V.
PELOTA

La final más esperada de un torneo que deberá esperar

Hoy se tenía que haber disputado la final de un Manomanista que iba a recuperar un formato más exigente

Víctor Soto

Logroño

Domingo, 31 de mayo 2020, 10:33

La pandemia del coronavirus ha fortalecido el mundo de las hipótesis. «¿Y si...?», se ha convertido en una pregunta recurrente, lanzada al aire sin encontrar respuestas. Ucronías, realidades alternativas que se elevan como andamios en nuestras cabezas sin ninguna evidencia que las sustente.

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En ... la pelota, antes del cierre de los frontones por la pandemia del coronavirus, existían dos realidades en el horizonte más cercano que han acabado por difuminarse. La primera, las semifinales del Campeonato de Parejas ya iniciadas, con una ligera ventaja de Ezkurdia-Martija y Olaizola-Urrutikoetxea (un triunfo) sobre Jaka-Zabaleta y Laso-Albisu (una derrota). Pero es que a principios de marzo ya se había presentado el Campeonato Manomanista, el torneo de los torneos por historia y enjundia.

Hoy, si todo hubiese seguido el calendario habitual (y si no se hubiesen producido suspensiones, algo cada vez más habitual) se debería haber disputado la final. Pero de eso, a día de hoy, no hay nada. Ni tan siquiera la perspectiva de si Aspe y Baiko van a recuperar el mano a mano en cuanto puedan o van a preferir cancelarlo, dejando a Iker Irribarria vistiendo de colorado por dos años consecutivos (como ya le ocurriera a Gallastegui al no celebrarse el torneo de 1952 y antes de perder su cetro tras no querer jugar la final del 53 con el bañejo Barberito I).

Darío Gómez, campeón de Promoción el pasado año, tendría que haber jugado una previa para estar con los mejores, algo inédito

Lo que sí estaba sobre la mesa era un torneo con la participación de doce pelotaris (en vez de los dieciséis que se había convertido en cifra habitual) y un formato distinto (en vez de una escalera con la entrada de los cabezas de serie en cuartos de final, un sistema de liguilla de cuartos en dos grupos, lo que obligaría a cada pelotari a disputar tres partidos antes de las semifinales y de la final). El objetivo era evitar que las estrellas cayesen demasiado pronto y dar más emoción con carteles de campanillas. La cita, además, tenía un gran aliciente para Darío Gómez, El ezcarayense, ganador del Manomanista de Promoción del pasado año, se iba a tener que jugar entrar entre los mejores en un partido frente al ganador del Peio Etxeberria-Rezusta, una novedad que penalizaba al campeón a promocionar, que se podía quedar a las puertas de algo que, históricamente, le correspondía. También podría haber sido importante para Víctor, que se jugaba un puesto entre una terna de pelotaris de Baiko. Pero todo tendrá que esperar. La final del 2020, de momento, es una quimera.

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