Etxeberria y Zabaleta establecen el equilibrio

Peio Etxeberria entendió a la perfección la exigencia del partido. No en vano estaba en juego el acceso directo a semifinales. Pero no solo él leyó la propuesta, sino todos, pero él fue el primer protagonista, ya que cuando aún no se había apurado los primeros sorbos de los variados líquidos que rebosaban los vasos de sidra, la pareja de Aspe ya mandaba en el marcado, 1-8, e incluso había roto el equilibrio. Seis tantos del navarro y dos errores de los de Baiko marcaban el rumbo.

El partido en sí, más allá de la desigualdad, se encaminaba hacia la alegría de celebrar el tanto porque estuvo presidido por el acierto y no por el error. Y eso la grada lo agradece. Si Peio Etxeberria expuso sus armas ofensivas, con doce tantos en juego y uno más de saque, Iñaki Artola le marcó muy de cerca, pues también alcanzó los doce tantos en juego, pero cometió más errores, seis por uno del ganador.

Con una renta de siete tantos, 1-8, el partido demandaba paciencia para mantener la brecha, máxime cuando Zabaleta había optado por jugar en el último momento con la amenaza de una lesión muscular en el cuerpo y en la mente. Así, en ningún momento hubo lugar para un posible volteó en el marcador, a pesar de que Artola levantase a los aficionados en muchos momentos. Los dos delanteros, brillantes, se aprovecharon de la sobriedad de los zagueros, esos pelotaris de juego más silencioso. Yaquí, tanto Zabaleta como Imaz estuvieron a la altura de la exigencia, si bien el navarro necesita menos que el vasco para pasar a dominar el tanto.

En el primer partido, correspondiente a la última jornada del torneo de Promoción, Darío volvía a aparecer, esta vez como compañero de Arbizu. El pelaire y su zaguero rozaron el triunfo ante Senar, suplente de Larrazabal y Eskiroz, pero se quedaron con la miel en los labios al parar su cuenta en el vigésimo tanto.