Artola recupera la sonrisa tras verse en la final manomanista

Grito al cielo del Labrit. Apenas un segundo y muchos años inmersos en él. Puños cerrados. Tensión en los antebrazos. Es la forma de Artola de festejar su presencia en el Manomanista. «Está muy fuerte», dijo Bengoetxea en el Adarraga el día que Salaverri ganó el título del Parejas de Promoción. El delantero navarro había seguido el 22-2 que le había endosado horas ante Artola a Arteaga II. Estaba y está fuerte. Artola es la rebelión de la clase media.

El guipuzcoano ganó a su rival de principio a fin. Rezusta no se sintió cómodo en ningún momento. Algún mérito habrá que atribuir a un delantero que pudo albergar dudas con el 10-10 en el marcador e incluso con el 12-14, pero a partir de ahí el cielo se abrió para él. 12-18, 15-20 y 16-22. Trabajo hecho. Además, Artola superó a su oponente en terrenos como el del saque, donde se supone al zaguero más facilidad para restar. Sumó a él capacidad defensiva y ataque, porque un delantero no concibe el duelo sin remate. Movió a Rezusta, que prefiere estar quieto para golpear. Un partido pensando y bien ejecutado.