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Desatado y salvaje. Artista y vengador. De las dudas a la chapela. Campeón por aplastamiento. Altuna ha cerrado el Manomanista de 2024 con un triunfo demoledor sobre Unai Laso. Hace poco más de un mes, el ahora subcampeón dejaba a Altuna en el cartón 7. ... Una afrenta para un pelotari que, tras su primer partido, se vio casi fuera del torneo. Pero el de Amézqueta baila en los abismos y disfruta de los saltos mortales. Se agarró con dudas, esquivó al primer verdugo que puso su cabeza en el tajo, el ezcarayense Darío que le tuvo contra las cuerdas, recuperó la sonrisa y para este domingo ha reservado su mejor versión.
Unai Laso le dejó en siete, pero este domingo él le ha respondido con creces: el de Viscarret-Guerendiáin se ha quedado en cinco. Y podían haber sido menos de no mediar una mínima reacción final. Porque Altuna, en la conquista de su tercera chapela, podía haber batido récords históricos. Con el 19-1, no era difícil tirar de historia para recordar el 22-2 de García Ariño I a Azkarate en 1963. Con el 19-2, remontarse al 22-3 de Barriola a Elkoro hace más de dos décadas. Con el 21-3, el hito era superar el 22-4 que Soroa le endosó al bañejo Barberito en 1954. Pero, finalmente, ha repetido el mismo marcador que le hizo campeón hace un par de años: entonces también dejó en cinco a Rezusta. La cuarta mayor paliza de la historia de las finales del mano a mano.
Del partido se podría decir que Laso se adelantó por un error de delantero de Aspe, que envió el cuero al colchón lateral. Y que, desde ese momento, Altuna encadenó tanto tras tanto hasta sumar una tacada de 19. Si Unai Laso, en su primer saque, comparecía nervioso, pocos minutos después se mostraba rígido, abrumado. Nada le salía, pero tampoco nadie le regalaba nada.
Altuna ha minado su moral a base de saques, tres consecutivos en el tramo inicial, que supusieron un cataclismo para el navarro. Era un milagro que estuviera en la final tras recuperarse en diez meses de una gravísima lesión de cadera. Y resultaba imposible pensar en que, visto lo visto en el torneo, la final no fuese abierta y reñida (ningún rival de Laso en el torneo le había logrado hacer más de doce tantos).
Pero Altuna es un pelotari especial. Este domingo ha firmado un partido perfecto, como no se cansaba de repetirle su primo Gorka desde su silla de botillero, mientras Mariezkurrena, con la boca seca, trataba de buscar una palabra de ánimo para sacar a Unai Laso del marasmo.
Altuna
22
-
5
Unai Laso
Ganados Altuna, 7; Unai Laso, 4
Perdidos Altuna, 1; Unai Laso, 8
Saques Altuna, 7; Unai Laso, 0
Duración 46 minutos
Pelotazos 180
Incidencias Lleno en el frontón Bizkaia en la final del Manomanista. El riojano Jesús María Estebas ejerció de juez.
Era imposible hallarla porque Altuna no le ha dejado ni un resquicio. Ha dejado momentos de deleite, como el tocadísimo dos paredes del 6-1 o el 12-1, dominando el de Amézqueta y descolgando la pelota al rincón para acabar el tanto. Mientras Laso no podía y encajaba saques y golpes. En el 15-1, el violento saque del guipuzcoano impactaba en la muñeca del delantero de Baiko, que un tanto después (tras marrar una carambola) se iba a vestuarios con la mano dormida y el corazón roto. A Unai Laso le dolía la articulación, pero lo que Altuna ya le había roto era el corazón y los sueños.
Porque ni con una ventaja desproporcionada, Altuna ha permitido regalar nada. Ha luchado como un titán para aplastar a Laso, que los pocos tantos que ha sumado en esa recta final han sido como las dentelladas de un perro rabioso y acorralado. Estaba muerto, pero luchaba por lo poco que le quedaba: la dignidad. Su primer tanto ganador fue el 19-2, con un gancho a bote. Después pudo firmar otro gancho, un buen golpe atrás y un saque remate que ha puesto el 21-5 (hubiese llegado Altuna, incluso pudo impactar la pelota, pero se había tropezado en el inicio de un esprint que no frenó pese al riesgo de lesión). Una locura. Hambre de triunfo.
No había nada más que decir. El último pelotazo de Unai Laso se fue al colchón lateral. Nada que achacarle. La final solo había tenido un nombre: Altuna. Tercera chapela, otro éxito más y otra muesca para su particular revólver. Campeón que sigue haciéndose un hueco en la historia de la pelota, donde ya reina con los más grandes.
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