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Darío Gómez ha dicho esta tarde adiós al Cuatro y Medio de la forma más dolorosa, con una derrota de las que hacen daño. El ... 22-3 que le endosó Jokin Altuna en Tolosa resume el hacer del amezquetarra y la ausencia del riojano. Marcador que refleja un momento concreto, que no el torneo. Ni Darío es el peor del mundo, ni Altuna el mejor, pero en Tolosa solo valía lo que sucediría en un día atípico, de veincicinco horas.
Al ver caer el 12-0 en su contra, Darío huyó a vestuarios mientras Jokin Altuna se quedaba en la cancha jugueteando con una de las esféricas. Dos extremos en el mismo partido. Del 'tierra trágame', que ha debido pensar el pelaire, al 'aquí estoy yo, vamos a seguir', que ha podido pasarse por la cabeza del amezquetarra.
Darío ha tenido todo en su contra en el penúltimo día de octubre. Se jugaba el pase a semifinales contra el actual campeón de la distancia, más motivado que nunca porque llegaba al partido contra las cuerdas; jugaba en casa, casi, de su rival; y para cerrar el círculo, Altuna ponía la pelota en juego. Hasta las nubes había robado el protagonismo al sol. Un domingo que no presagiaba nada bueno.
Darío ha peleado el primer tanto, pero ha errado en la recogida al ancho. La confianza que necesita Altuna. Una pequeña dosis para que la máquina perfecta que se esconde en su cuerpo se haya puesto en marcha. Le han reforzado dos saques, un gancho ganado y otro error del pelaire. 5-0. Las señales no eran las mejores.
El riojano mostraba el miércoles, en la elección de material, su preocupación por restar bien. Altuna ha enlazado cuatro saques consecutivos ante la inseguridad de su rival. No ha sabido qué hacer y eso es lo peor que te puede pasar en el frontón. 9-0. Pero aún el dolor podía aumentar. Ha tenido el primer tanto en su mano, con todo a favor, y su gancho a un metro del frontis reventó la chapa. Darío la golpeó con rabia. Era el punto de inflexión definitivo. Dos tantos más y a vestuarios. 12-0. El partido estaba cerrado. Darío quería irse. No aguantaba estar ahí por mucho que su hermano le rodease el hombro con su brazo. Palabras de ánimo que no procesaba la mente del pelotari. Acabar, ducha y poner tierra de por medio.
El partido se ha reaundado con una volea de Altuna. En verdad que era una máquina. Ni un gesto, ni una sonrisa. La pelota y él. Un 'terminator' de última generación en la cancha. Saque, gancho, pelota a la pared,... 18-0. No ha necesitadp jugar, simplemente estar porque su rival no estaba. Y Altuna, que lo ha ganado todo, no está fino, a pesar de la impactante victoria de este domingo. Sufrió ante Peña y perdió ante Etxeberria. Y sufría ante Elordi, que buscará un partido alejado al que no pudo poponer Altuna y que tiene su pilar fundamental en la rapidez en el juego, en la iniciativa y en el continuo movimiento del adversario.
El 22-3 es doloroso. Darío se ha ido a vestuarios con los ojos vidriosos escoltado en un angosto pasillo en las caras serias del cuarteto que jugaba a continuación. Un final inapropiado para su torneo. Ha logrado su primer tanto con una carambola. Al menos ha borrado el cero del electrónico, que no de su mente. Le han seguido dos errores de su rival para instalar el 21-3. Pero Darío es un pelotari diferente y ha cerrado el partido él, con un saque de carambola. Error o deseo, porque lo único que deseaba era desaparecer del frontón. Y lo ha hecho, para aparecer poco después ya ser él quien daba ánimos a los demás. Lo dicho, un pelotari diferente.
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