Víctor Soto
Martes, 14 de marzo 2017, 10:12
En Eibar están acostumbrados a las armas. Llevan siglos fabricándolas. Desde pistolas a artillería. Poco puede sorprender a los armeros todo lo que conlleve fuego y ruido. Sin embargo, el Astelena se volvió a asombrar ayer con los cañones de piel y hueso de Irribarria ... y Rezusta. Dos piezas de calibre largo que hacen de las pelotas balas de cañón. Si, además, el material se mueve, los resultados del bombardeo resultan previsibles.
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Zabaleta sabía que iba a ser el recadero en Eibar. Pero no se podía esperar un partido en el que recorrió kilómetros entre el ocho y el diez. Con la espalda en el rebote, Zabaleta es menos Zabaleta. Y Elezkano, a pesar de poner pundonor en la cancha, sólo pudo aguantar las acometidas hasta que, en la recta final, se vio obligado a sacar la bandera blanca. Con la trinchera colapsada por el bombardeo, llegar a quince tantos es una cuestión de mérito.
De momento, nadie parece capaz de frenar a los zurdos de Aspe. Han abierto las semifinales con un triunfo y han dejado buenas sensaciones, aunque los azules también se empeñaron en mostrar que no llegan a la ronda de paseo. Darán guerra, aunque ayer tuvieron que firmar la paz.
Y eso que comenzaron con ventaja, con un Rezusta poco reconocible tras dos errores impropios y una cortada de Elezkano (0-3). Pero un fallo de Zabaleta (si es que devolver la pelota apoyado en el rebote es una obligación) dio el saque a Irribarria. Cambio de pelota y de escenario.
Nueve tantos consecutivos de colorados, con Zabaleta asustado por los golpes y el de Arama inspiradísimo. Irribarria y Rezusta rompieron el choque. Porque Irribarria no sólo destroza la pelota con su sotamano brutal (5-3), sino que se lanza como un gato para alcanzar una paradita y convertirla en una contradejada (7-3). Tampoco hay que quitar méritos a Rezusta, que sumó el 9 después de devolver una pelota desde el décimo cuadro y lanzarse al galope para hacer lo propio con una cortada en el tres.
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El inicio no pudo ser más prometedor. A Irribarria le sonreían los ángeles. Llegaba a todo, como en el 10-5, para abrir la pelota tras enredarse en un envite a dejadas con Elezkano. El cañonero también se mostró como un orfebre. Plomo destructivo y filigrana de oro.
Cuando la diferencia alcanzó los ocho tantos (13-5), el partido parecía sentenciado. Pero Elezkano es un tío tozudo. Ha tenido que superar muchas limitaciones como para dejar de luchar. Los colorados bajaron un poco el ritmo y llegó el primero de los arreones del Zarátamo y la consistencia mayor de Zabaleta (13-8).
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Demoledor final
El partido, a golpes de inspiración y rabia, se iba acercando a la recta final con una clara ventaja de los mejores en la liguilla de cuartos (15-8). Se empeñó Elezkano en mostrar galones mientras Irribarria y Rezusta empezaron a fallar (15-11). Los tantos se endurecían y la diferencia se quedaba en tres después un tanto peleadísimo que Elezkano cerraba con una gran apertura (17-14). Podía haber partido aunque una arriesgada dejada del vizcaíno encontró la chapa (18-14) pero Irribarria, a renglón seguido, envió su gancho a las tablas (18-15).
Los colorados no querían más riesgos. Un fallo de Zabaleta, sumado a un mal resto del zaguero navarro, fueron la antesala del segundo rebote de la tarde firmado por Irribarria (21-15). Zabaleta, tan castigado ya, firmó el armisticio con un error. Los favoritos no pierden pie. Y cuando exhiben su juego, asustan. La final, para Irribarria y Rezusta, está a una victoria. Otro reto para Bengoetxea y Larunbe, los únicos que han sabido ganarles (y dos veces) en la liguilla.
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