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Miguel Martínez Nafarrate
Domingo, 27 de septiembre 2015, 20:54
Corría el 21-21 y los cuatro pelotaris se esforzaban por hacer buena, o no perderla, como se quiera y en un momento dado, Altuna III se marca una paradita al rincón que va a morir a un milímetro de la chapa para ganar el ... partido. Se lleva las manos a la cabeza y se arrodilla. Besa el suelo como el Papa y el Adarraga se levanta en pie aplaudiendo y gritando a rabiar. Los corazones y los ánimos desbocados. La pasión a flor de piel.
Altuna y Merino II han conquistado el triunfo en la feria de San Mateo después de ganar 21-22 a Olaizola II y Urrutikoetxea en un partido épico por juego y pasión en el que Merino II fue elegido como mejor pelotari, no sólo por la final que ha hecho, sino por los tres partidos que ha firmado en el conjunto de San Mateo.
Contra todo pronóstico se impuso la pareja de Aspe en una final aunque el dinero advertía (y no se ha equivocado ningún día) de un triunfo adverso, máxime cuando las posturas se habían instalado dobles a sencillo de salid.
Hubo motivos para pensar en cualquiera de las opciones. Primero azul, luego rojo, luego azul, vuelta al rojo... al rojo vivo.
Se adelantaron 0-2 Altuna y Merino II con dos aciertos seguidos del delantero guipuzcoano para igualar los colorados seguidamente. Pero Altuna y Merino II empezaron a trabajar en el acoso y derribo al improvisado zaguero y así fueron fraguando el edificio de la victoria con un 2-7 que enseguida se convirtió en un 3-10.
Pero Olaizola II no había venido a Logroño de paseo. Tenía muy claro que un triunfo suyo ampliaría su aura de ganador por haberlo conseguido con un delantero como camarada. Y claro, llegados a este punto, la solidaridad con el compañero es máxima porque también sería grande para el campeón manomanista convertirse en ganador de una feria de pelota jugando como zaguero. No les quiero ni contar el orgullo que todo ello hubiera significado para su empresa.
Eso, que Olaizola II no venía de paseo. Y pronto acertó con un par de saques, ganchos y un pelotazo a desbordar pàra arreglar el desaguisado y llevar la igualada a 10.
Mediado el partido y mediadas las cifras. Tras el diez llegó el once y el doc. En ese punto Aimar dejó una pelota en el rincón y acertó en la siguiente paradita. Era la primera vez que la pareja colorada amenazaba en el luminoso para cortar su tacada en un amenazador 15-12.
Merino II, sensacional todo el partido, seguía erre que erre y Altuna, algo apagado por los fuegos artificiales de Olaizola II, volvió a entrar en acción con algunas acciones de mérito como gancho a dominio de David y una paradita en el rincón. Merino ya había sacado a pasear su derecha y había abierto tanto hueco como el marcador volvía a exhibir. Del 15-12 adverso, al 15-17.
Volvían a empatar a 17 y Altuna y Merino se abrían paso a pelotazos con un derechazo inmenso del riojano y un saque del guipuzcoano: 17-19. Cada vez estaba más cerca el triunfo, pero en el bando colorado también pensaron lo mismo cuando Altuna mandaba el gancho fuera de la cancha. El de Goizueta acertaba dos seguidas con una paradita en el rincón y con un gancho con los pies colocados en el centro de la cancha: 20-19. Ahora volvían a estar por encima los rojos. El frontón animaba a Merino II y se desmelenó cuando Altuna acertaba de gancho y Merino II le daba continuidad con un soberbio pelotazo cruzado: 20-21. De locos.
El tramo final del partido era, como dice el maestro Eduardo, como lanzar una moneda al aire. Olaizola II terminaba de gancho para llevar el 21-21 al luminoso, unas cifras que han sido costumbre en los estelares de esta feria y que hablan del acierto de las intendencias a la hora de formar las parejas.
Saca Aimar y se produce un peloteo típico con el denominador común del miedo. Nadie quiere jugársela, nadie quiere cometer errores, nadie quiere perder. Todos quieren ganar y, así, todos ceden el derecho a equivocarse a los de enfrente. Cuando el tanto entraba en esa dinámica, Altuna se sacó de la chistera una paradita en el rincón, que por la postura, dio la sensación de ser muy forzada, pero tanto tanto... La pelota fue a morir a un milímetro de la chapa y dio un bote y dos y tres para desesperación de Olaizola II que no pudo contrarrestar ese golpe maestro en el momento cumbre del partido. Fue como la rúbrica de la firma, un golpe de genio al doble o nada, pero en este deporte, el que no arriesga no gana y Altuna abrió la puerta del éxito del Adarraga de par en par.
El partido tuvo una duración de 90 minutos a lo largo de los cuales se intercambiaron 823 pelotazos. Olaizola II ganó dos tantos de saque por uno de Altuna. En el balance individual de tantos en juego, Olaizola II acertó en doce ocasiones por cinco errores; Altuna logró nueve dianas con los mismos errores. En cuanto a Urrutikoetxea, fantástico balance con un único error mientras que David Merino hizo seis tantos por dos errores.
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