En una carrera que corona más de 20 años es relativamente fácil encontrar grandes actuaciones. Fernando Alonso ha tenido numerosas tardes de gloria, como los buenos toreros a los que la valentía se les presupone, y la de Brasil el domingo fue una más. El ... escenario ayuda. Interlagos es uno de esos trazados innegociables para los aficionados de verdad, no tanto por ser el hogar del legendario Ayrton Senna (que también), sino porque de allí han salido algunos de los recuerdos más memorables de los últimos tiempos, a los que el podio de Alonso se une.
El piloto asturiano admitía después de la carrera que su defensa numantina sobre Sergio Pérez -habría que ver si con Max Verstappen hubiera acabado en el mismo resultado- fue mucho más tensa vista desde fuera que desde dentro. El grado de comprensión del comportamiento de su coche, de las ruedas, de su rival y de su propia conducción es tal para Alonso que roza la omnisciencia de un relator literario en plena creación sobre un folio. Se hace difícil entender el nivel de conocimiento que puede tener un piloto hasta el punto de gestionar no solo el propio desgaste y rendimiento de la máquina que lleva consigo, sino la que tiene su rival.
El mejor ejemplo es cómo Alonso contó ese adelantamiento de Pérez a falta de dos vueltas y cómo supo después que se la iba a devolver. «Cuando me pasó dije: 'Vale, ya está, cuarto es lo que podemos conseguir'. Pero luego vi que se pasó un poco de frenada en la curva 1 y ya vi que en la 4 le podía adelantar», analizaba, aún en caliente. Ese punto lo tenía bien dominado. El sábado, en el olvidable sprint, Alonso le hizo algo muy parecido al mismísimo Lewis Hamilton, a quien conoce perfectamente y con el que aún quiere protagonizar duelos épicos si la mecánica se lo permite. Esa curva 4 después de las 'S' de Senna era el punto donde Alonso, y solo Alonso, pudo adelantar a lo largo del fin de semana en las dos carreras disputadas.
Checo Pérez se tuvo que conformar con el cuarto puesto, pero el honor obliga: el abrazo con el que interrumpió una comparecencia de prensa de Alonso para darle la enhorabuena lo resume todo. El mexicano sabe que ese podio podría haberle supuesto prácticamente el subcampeonato del mundo, que aún no tiene atado ni mucho menos, y pese a ello estaba encantado por lo que había vivido. Incluso pese a ser derrotado, lo hizo en buena lid y con un rival que permite jugarse el tipo sin rozar un ápice su integridad como sí ocurre con otros. «¡Qué batalla, Fernando Alonso! Vaya que fue divertido ir al límite y pelear cada centímetro de la pista», escribía en sus redes sociales el mexicano, acompañado del vídeo, grabado desde el muro, de esa entrada en meta con los coches rueda a rueda.
Como protagonista de la lucha, Sergio Pérez supo caer derrotado, mientras que otros acabaron quitándose el sombrero aunque lo vieron desde lejos. George Russell, por ejemplo, interrumpió una entrevista en el corralito de prensa para mirar a la pantalla y ver en directo la pelea de sus rivales. El británico, que se vio obligado a abandonar por un Mercedes que no iba y que podía romper, sonreía como un aficionado más al ver la épica conclusión de un podio al que él mismo aspiraba.
Un respiro para Aston Martin
Pero quienes más lo disfrutaron fueron los mecánicos de Aston Martin. Esos 'zanahorios' bautizados por la esquizofrénica legión de seguidores alonsistas en las redes vibraron como si el español se estuviera jugando el Mundial. Para ellos fue poco menos que una victoria, especialmente después de los duros reveses que vivieron después del verano y, en especial, en las citas de Austin y México con dos abandonos consecutivos. La manera en la que ese loco ejército de 'leprechauns' se puso a saltar y a abrazarse entre ellos y luego con Alonso da buena muestra de lo que suponía para ellos.
La comunión de Alonso con su equipo también se ve en estos momentos, especialmente después de una semana de rumorología en la que su nombre se vio vinculado a Red Bull y cuyas consecuencias aún no se conocen. Alonso necesitaba confirmar esa lealtad no solo en palabras, sino también en la pista con una actuación digna de dos orejas, rabo y salir a hombros por la puerta grande, precisamente cuando se cumplían 30 años del último podio de Senna, su ídolo, en este circuito.
Una vez confirmado este resultado, lo que ocurra en Las Vegas y en Abu Dabi importa algo menos. Todo apunta a que en ambos circuitos estarán más cerca de lo vivido en las carreras anteriores que en la de Brasil, pero la bocanada de aire fresco y champán confirma lo que tantas veces dentro y fuera del paddock se ha dicho: Fernando Alonso es el único piloto capaz de ser unánimemente idolatrado, tanto por compañeros como por rivales, incluso peleando por un simple podio.
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