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David Sánchez de Castro
Lunes, 2 de septiembre 2024, 14:51
Hace ya meses que Fernando Alonso resolvió su futuro. Se quedará en la Fórmula 1 con Aston Martin hasta, al menos, 2026. Eso es lo que hay firmado y eso es lo que, salvo giro radical de la situación, se producirá. Alonso quiere estrenar la ... nueva normativa con la esperanza de que su escudería haya acertado con las claves y, como ocurrió con Red Bull o con Mercedes en el pasado, sean ellos los que comanden la línea tecnológica de este deporte de ingenieros ejecutado por pilotos. Por eso le enfada tanto la situación que está viviéndose en esta recta final de la temporada 2024.
Aston Martin está en caída libre. Desde antes del verano, y pese a una mínima deceleración en las últimas citas previas al parón, el equipo de Silverstone se encamina directo al abismo, pasando de ser el cuarto o quinto equipo a ser el octavo, solo superando a Sauber (lo de Audi huele a podrido que apesta) y, depende en qué carreras, a Williams. Las palabras de Alonso tras salir de Monza son demoledoras: «El undécimo es muchísimo más de lo que merecemos». Como casi siempre, Alonso no le pone paños calientes a una situación que puede acabar haciendo saltar por los aires el proyecto.
El reto de Aston Martin este año era recuperar la línea mostrada a principios de la campaña 2023. Aquel AMR23 que hizo volver de forma constante a los podios al asturiano elevó las expectativas a niveles que no se intuían desde los tiempos en los que Alonso era un joven bicampeón del mundo con aspiraciones a ampliar su palmarés. Poco a poco esas opciones se fueron diluyendo hasta llegar al punto en el que se encuentra hoy: puntuar es el objetivo realista siempre que la suerte le acompañe.
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David Sánchez de Castro
No es algo que debería sorprender a Alonso. La estructura de Aston Martin se asienta sobre los mismos cimientos -y el mismo personal- que antaño era Force India, o Racing Point después. Aquel equipo como ahora este tiene el mismo problema de base: no saben evolucionar. Mientras que otros como McLaren o Ferrari implementan novedades técnicas cada dos o tres carreras, y saben por dónde rectificar en caso de que no funcionen, en Aston tardaron prácticamente dos meses en volver al punto de partida.
Eso es lo que ha provocado que ahora que a Red Bull le han pillado con el carrito de los helados (o, lo que es lo mismo, con las frenadas asimétricas que hacía que cada eje de las ruedas actuara de forma independiente en las deceleraciones) estén otros candidatos ahí delante. Con permiso de las más que cuestionables estrategias (que, a veces, salen bien, como le pasó a Leclerc incluso pese a que ni él mismo confiaba), la realidad es que ahora hay un cierto cambio de aires en la parrilla. Si McLaren aprende a gestionar a sus pilotos o Ferrari a volver a ser candidato, quizá el título de Verstappen y de Red Bull peligre seriamente.
Aquí no está Aston Martin, ni cerca, y Alonso pide cambios. Y no a largo plazo, sino inmediatamente. «No tenemos ningún punto fuerte y eso nos dificulta un poco las carreras. Como siempre decimos, en la siguiente carrera tenemos que aprender cosas de esta y volver más fuertes. Así que a ver si hay una respuesta, algo de acción, y no venir siempre con el mismo coche», dijo, mordiéndose la lengua, en el corralito ante los medios en Monza. No lo puede decir más claro.
Con la temporada 2024 más que sentenciada para Aston Martin, el gran reto es convencer al Da Vinci de la ingeniería en la Fórmula 1. Adrian Newey se encuentra en ese periodo de jardinería obligatorio para cualquier alto cargo del Gran Circo que sale de un equipo y aunque, oficialmente, no pertenecía ya a Red Bull, esta especie de falso autónomo ha sido el responsable del actual reinado del equipo. Fue salir él y empezar a torcerse las cosas. ¿Concatenación de hechos implica causalidad? No siempre, pero a veces.
En este aspecto, Aston Martin está en la lucha de la contratación de Newey. Ya hay voces, algunas no muy informadas y otras que sí pero ambas sin confirmación oficial, que apuntan a que en breve se podrá anunciar el futuro del ingeniero más exitoso de la historia de la Fórmula 1. Queda por ver cuál es su destino, porque si finalmente recala en Silverstone (Ferrari está echando toda la carne en el asador para incorporarle, no es baladí), quizá todo el enfado de Alonso se calme. No hay nada que contente más a un piloto que tener un coche ganador o, al menos, en vías de serlo.
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