Hamilton, un león herido

Hamilton no pasa sus mejores días, sin lugar a dudas. Desde que fichó por Mercedes, este es su peor arranque tanto por sensaciones como por resultado. El británico ha encadenado seis carreras sin ganar, las mismas que lleva su compañero ganando y el de China ha sido su peor resultado de todas las carreras que ha finalizado en los últimos años, a excepción de los abandonos de Australia, Canadá y Bélgica de 2014 y el de Singapur de 2015. Sin embargo, no se rinde, ni debe. Este lunes, antes de la gala de los Premios Laureus, el piloto inglés avisó: «Rengo que quedarme con lo bueno de las primeras carreras aunque haya tenido problemas. El campeonato es muy largo y 18 carreras, las que quedan, son muchas carreras. Nico hizo una gran trabajo ya la temporada pasada y lo está haciendo esta también. Está con ventaja pero lo haré mejor. Lo que puedo decir es que esto no está acabado».

El desaliento no forma parte de él. Hamilton es consciente de sus fortalezas y sus debilidades, que en ambos casos son muchas como dice en las distancias cortas, pero estando en Mercedes a poco bien que le salga la temporada, puede darle la vuelta pronto. «Somos el mejor equipo, tengo el equipo de trabajo que quiero y tenemos 18 oportunidades más. Hay que entender qué va mal y qué tienes que mejorar. Fue doloroso lo de este Gran Premio, pero no tengo problemas con el coche ahora mismo: lo que estoy pensando es qué puedo hacer mejor», dijo.

Un fan de la 'dolce vita'

Lewis Hamilton se ha alejado totalmente de esa imagen de vida monacal que tenían los pilotos de Fórmula 1 hasta el momento. El británico se divierte tanto o más (últimamente mucho más) fuera de los circuitos que dentro, y no es raro verle en las fiestas más exclusivas de Nueva York, Londres o París entre Gran Premio y Gran Premio. Algunos acusan este excesivo gusto por la vida noctura como uno de sus grandes hándicaps.

Hay una leyenda entre los pilotos que apunta a que cuando tienen un hijo, pierden unas tres décimas por vuelta, porque ya no aprietan tanto. A Hamilton parece haberle ocurrido lo contrario: desde que está soltero y sin compromiso, es capaz de lo mejor y lo peor. En el equipo Mercedes empiezan a estar preocupados, especialmente con las salidas. Hamilton no acaba de cogerle el 'truco' al nuevo embrague, y como ocurrió en Australia y en Baréin, en China tampoco estuvo acertado.

Mientras recupera el punto de suerte y acierto, Hamilton pasará los días de fiesta. Le funcionó en 2014 y 2015, nada hace pensar que no le vaya a funcionar en este 2016. Otro asunto es que pueda alcanzar a su compañero Rosberg, comenzando con la cita de Rusia. El circuito de Sochi, 'apañado' a partir de las instalaciones de los Juegos Olímpicos, estrena fecha de disputa y aspira a ser una buena carrera, como la del año pasado. Sobre todo es el mejor escenario posible para la resurrección de Hamilton. En los dos últimos años, Mercedes se proclamó campeón de escuderías en este trazado, en ambos casos con el británico levantando el trofeo de ganador. Sochi es uno de los trazados que más gusta al piloto, aunque su estética y su confección traiga a la memoria más la época soviética que la moderna Rusia. Quizá Hamilton vuelva a sonreír en Rusia, o quizá se posponga a más adelante, pero lo que está bien claro es que las garras de este león aún no han dado su último zarpazo, y que más pronto que tarde van a volver a clavarse en carne blanda. Que se prepare Rosberg, que Hamilton ya se está afilando las uñas.