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david sánchez de castro
Domingo, 25 de octubre 2015, 22:23
No podía haber soñado una temporada más perfecta. Lewis Hamilton lo ha conseguido: es el sexto tricampeón de la historia de la Fórmula 1, tras culminar su éxito en un movido y huracanado Gran Premio de Estados Unidos. No podía ser en otro sitio: aunque ... británico de nacimiento, de ascendencia caribeña por parte de padre, su espíritu y su estilo de vida es puramente estadounidense. Hamilton ha abrazado el american way of life, sobre todo desde su soltería, y se ha convertido en un habitual de las fiestas de los clubes de Nueva York, donde además hace sus pinitos como DJ y rapero. Ahí es donde se ve al Hamilton más personaje, y que poco tiene que ver con el Hamilton piloto.
Y es que cuando Hamilton cuelga las cadenas de oro, los anillos y las gorras, se convierte en un letal piloto. Uno de los mejores, sino el mejor incluso, de los últimos años. Actualmente, sin miedo a equivocarnos, podemos asegurar que está a la altura de los grandes campeones de la historia del automovilismo. Lo que ha conseguido en este 2015, a falta aún de que acabe la temporada, es antológico: de cada diez vueltas que se han disputado, ha sido líder en seis. Si a ello le sumamos que, además, lo ha hecho aplastando sin piedad a su compañero, Nico Rosberg, que va con el mismo y brutalmente superior Mercedes W06, da buena muestra del espectacular e histórico dominio que ha tenido este año.
Pero si este título tiene algo de especial para Hamilton no es sólo por las frías cifras, que también. Desde su llegada a la Fórmula 1, se sospechaba que Hamilton iba a marcar una época en el automovilismo. En McLaren se hicieron con una estrella a punto de entrar en supernova, un diamante en bruto que pulieron hasta donde pudieron y que Mercedes supo acabar de criar. Para lograrlo, sólo tuvieron que darle libertad. Esa misma libertad, esa falta de ataduras, es la que ha permitido a Hamilton explotar todo su potencial. Ya no tiene que mantener las formas, porque no las necesita. Ya no tiene que ir de aquí a allá para cumplir con tediosos compromisos comerciales vestido de etiqueta y sin alzar una voz más alta que otra. Ahora puede dedicar su tiempo libre a gastarse ingentes cantidades de dinero en superdeportivos, que ni siquiera son de la marca que le paga, o en fiestas acompañando a las Rihanna de turno a los carnavales, puro en boca y copa en mano.
En Mercedes han entendido que tenían un león en casa. Para desplegar toda la potencia del mejor monoplaza de los últimos años, incluso superior al Red Bull de 2011 que aplastó a sus rivales, comprendieron que lo mejor era darle a Hamilton lo que pedía. Además de un ingente sueldo sólo superado por el del propio Vettel en Ferrari y por el de Fernando Alonso en McLaren le dejaron hacer lo que quisiera. Y ha funcionado.
¿Mejor que Senna?
Hamilton ha igualado este año a mitos del automovilismo. En victorias ya es el británico con más primeros puestos, por encima de hombres como Jim Clark o Nigel Mansell, por ejemplo. Pero sobre todo ha conseguido el que era su sueño desde que llevaba un kart: ponerse a la altura del mítico Ayrton Senna. No es original, porque muchos corredores idolatran a Magic como el mejor de todos los tiempos, pero no por ello deja de ser un hito. Hamilton ya tiene más victorias y más podios que el legendario piloto brasileño. Sólo le quedan las poles, para lo que tendrá que esperar al menos un año.
Pero más que ello, ha conseguido tener los mismos títulos que él. Muchos han visto en el Hamilton de 2015 al Senna de 1991, año en el que el brasileño dejó sin ninguna opción a un Gerhard Berger que acabó entendiendo que no iba a poder con él. Nico Rosberg ha quedado totalmente retratado en una campaña en la que las aspiraciones puestas en él eran altísimas. Muchos vieron al hijo de Keké a la altura de un Hamilton que no sólo volvió a demostrar que está en condiciones de abrir una nueva era de dominio en la Fórmula 1, sino que es el único en condiciones de hacerlo. La comparación entre Rosberg y Hamilton, con el mismo coche, deja al alemán en una posición muy complicada. Incluso Vettel, novato en una Ferrari de reconstrucción, ha sido capaz de superarle este año en más ocasiones de las que desearían los fans de Nico.
Hamilton no tiene rival ahora mismo. La temporada 2016 apunta a ser un nuevo monólogo de Mercedes, y está claro quién es su líder y guía. Salvo una improbable resurrección de Rosberg, una Ferrari que sea capaz de superarse y una hipotética McLaren Honda que despliegue su presumido, pero inédito, potencial, el tricampeón del mundo Hamilton volverá a ser el rival a batir. Para desgracia de sus rivales, como ocurre en los huracanes, en el caso del corredor inglés, sólo queda esperar a que pierda fuerza. Y eso, de momento, suena a lejano.
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