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david sánchez de castro
Miércoles, 10 de septiembre 2014, 10:45
Ferrari perdió en el mismo día a dos de sus principales baluartes de los últimos años. Minutos después de que se conociera el fallecimiento de Emilio Botín, presidente del Banco Santander y uno de los grandes activos económicos de la Scuderia, un comunicado asaltaba los ... correos electrónicos de los periodistas de todo el mundo. Era una carta de despedida del mismísimo Luca Cordero di Montezemolo, confirmando lo que ya el fin de semana era un secreto a voces que ni una pantomima de rueda de prensa pudo acallar: su reinado en Ferrari llegaba a su fin.
En una carta muy explícita, Montezemolo lo dejaba claro. «Este es el final de una era, por lo que he decidido dejar mi cargo de presidente después de casi 23 maravillosos e inolvidables años, además de los que pasé al lado de Enzo Ferrari en la década de 1970», arrancaba una sentida -y posiblemente meditada- misiva de adiós del hombre que ha pasado por la mejor y una de las peores épocas de Ferrari.
«Quiero expresar mi agradecimiento en primer lugar a las mujeres y hombres excepcionales de la fábrica de Ferrari, las oficinas, los circuitos y los mercados de todo el mundo. Ellos fueron los verdaderos artífices del crecimiento espectacular de la compañía. Sus muchas inolvidables victorias la han transformado en una de las marcas más fuertes del mundo. También mando una despedida cordial y mi agradecimiento a todos nuestros socios técnicos y comerciales, nuestros distribuidores en todo el mundo y, muy especialmente, a los clientes y coleccionistas; cuya pasión comparto. Pero mi pensamiento se dirige sobre todo a nuestros fans que siempre nos han apoyado con gran entusiasmo, especialmente durante los momentos más difíciles de la Scuderia», continúa el ya expresidente de Ferrari, cuyo futuro está asociado a la compañía aérea Alitalia.
De jefe de Lauda a jefe de todo
Se acaban más de dos décadas de más risas que llantos, de más alegrías y sonrisas que caras amargas y de un presidente muy polémico y batallador, sobre todo en contra de Bernie Ecclestone y, según conviniese, de la FIA. Su llegada a Ferrari fue, prácticamente, como un estudiante en prácticas. Después de tener sus escarceos como piloto de rallies con Lancia, pasó a formar parte del gigante Fiat hasta que, en 1974, fue promocionado a ayudante personal del mismísimo 'Commendatore' Enzo Ferrari, además de mánager de la Scuderia.
Su llegada no pudo ser más exitosa: campeones en 1975 y 1977 con Niki Lauda. Desde entonces la figura de Montezemolo fue asociada al éxito. Más allá de su pasado -procedía de familia adinerada, con lazos familiares más o menos cercanos con los Agnelli, dueños de Fiat-, el joven Luca demostró unas dotes de mando que fueron muy del gusto del patriarca Ferrari. Desde su casa en Módena, Enzo ordenaba y Luca ejecutaba.
Su nombre empezó a sonar en cualquier reunión de negocios en Italia. Dirigió Cinzano, la marca de bebidas, fue mánager general de Fiat e incluso fue el máximo responsable de la organización del Mundial de fútbol de 1990 en Italia. Montezemolo incluso sonó -y aún suena- para pasar a la política, y han sido muchas las veces en las que se le han visto acercarse a este campo.
El salto definitivo lo dio en 1991. Ya sin el Commendatore en este mundo, Gianni Agnelli le nombró presidente de Ferrari, cargo que ha ostentado de manera oficial hasta este lunes. Con él llegaron las vacas gordas, tanto comercialmente (Ferrari compró Maserati en 1997), como deportivamente. Desde 1999 hasta 2004 conquistó seis títulos de constructores y cinco de pilotos -la época de gloria de Michael Schumacher-, a los que se unirían los de 2007 -el de Räikkönen y la exclusión de McLaren- y 2008. En total, ocho campeonatos de constructores y seis de pilotos son el nada desdeñable palmarés que deja la presidencia de Montezemolo.
Su caída en desgracia
Pese a los éxitos deportivos y comerciales -Ferrari conquistó el mercado asiático y americano en la última década, en este caso con Marco Mattiacci como primer responsable-, la figura de Montezemolo empezó a caer en desgracia. La marcha de Jean Todt supuso el comienzo del fin de los éxitos de la Scuderia en Fórmula 1. Con Stefano Domenicali al mando no pudieron con el dominio de Renault, McLaren y recientemente de Red Bull. Ahora que Mercedes también les ha sobrepasado, las miradas se han ido directamente a lo más alto.
En Fiat, dueña de Ferrari, no son ajenos a esta situación. John Elkann, Presidente de la compañia, lleva sin dirigirle la palabra a Montezemolo desde hace meses, e incluso llegaron a discutir sobre la dimisión del propio Luca el pasado mes de marzo. Sólo Sergio Marchionne, el consejero delegado del fabricante italiano, impidió la salida de Montezemolo antes. No obstante, la situación se volvió insostenible.
Marchionne le retiró su apoyo hace meses, y ordenó el despido fulminante de Domenicali a inicios de la presente campaña de Fórmula 1: otra vez habían hecho un monoplaza ridículamente poco competitivo con respecto a sus rivales. La colocación a dedo de Marco Mattiacci fue la primera piedra de la tumba de Montezemolo. Sin apoyos, y muy presionado, no le ha quedado otra que aceptar que se va. Sale de la Fórmula 1 con un saludo y un abrazo. El saludo que dio a los tifosi en Monza, y el abrazo, sentido y afectuoso, con Fernando Alonso en el motorhome de Ferrari. Su rueda de prensa negando la evidencia no hizo más que retrasar lo inevitable.
Ahora está por ver si Sergio Marchionne está a la altura de lo esperado. El consejero delegado de Fiat tomará las riendas de Ferrari, a efectos prácticos y oficiales, el próximo 13 de octubre. Estos cambios, unidos a la profunda reestructuración que ha emprendido Mattiacci, deben llevar a la escuadra italiana de nuevo al éxito. Porque en caso de no conseguirlo, ya no queda nadie más a quien responsabilizar.
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