El mayor espectáculo del mar

Barcelona disfruta desde el pasado jueves de una manifestación deportiva que, como primer beneficio, permitirá proyectar la imagen de la ciudad. Las previsiones presentadas hace un año por la universidad catalana cifraban en más de mil millones los telespectadores que seguirán las regatas en todo el mundo. Las mismas fuentes calculaban unos ingresos superiores a los 1.200 millones de euros para las arcas de la capital, más de la mitad de ellos procedentes del turismo. Unos beneficios que, según ha avanzado Lluís Salvadó, presidente del Puerto de Barcelona, permitirán renovar el Port Vell, con una inversión que alcanzará los 106 millones de euros.

La Fundación Barcelona Capital Náutica, integrada por el Ayuntamiento, la Diputación, la Generalitat y el Gobierno Central, y empresas privadas que prestan su apoyo a la organización del evento, encargaron a la Pompeu Fabra el informe sobre el impacto de la prueba, que ofrece también otras estimaciones, como los 19.000 puestos de trabajo que se crearán y los 23.000 voluntarios que colaborarán en la cita, que suma 37 ediciones.

En un momento en el que una gran mayoría de catalanes estima que el proceso por la independencia de Catalunya ha tocado fondo, llegan los barcos y los veleros más sofisticados, dotados de la más alta tecnología, para calmar la marea política desde el mar. La Copa del América es un evento deportivo de alto calibre. Se trata, en realidad, de una competición elitista, pero ameriza en el momento preciso, cuando las discusiones políticas sobre el concierto económico o la financiación singular que el Gobierno de Pedro Sánchez ha otorgado a ERC han vuelto a crispar los ánimos.

Desde hace unos días, la atención está centrada en las regatas preliminares de la Copa del América, una competición que se prolongará durante dos largos meses. Arrancó el pasado jueves, coincidiendo con su 173 cumpleaños, y concluirá con las pruebas finales previstas para la quincena del 12 al 27 de octubre.

Hacía tiempo que la ciudad condal no vivía un clima de optimismo como el que se respira desde la llegada de los barcos. Con el Barça con problemas de caja y en crisis permanente, el último momento dulce en la capital catalana se registró en 1992 con los Juegos Olímpicos. Algunas voces hablan incluso de la recuperación de aquel espíritu olímpico. Sea como fuere, el objetivo de las autoridades barcelonesas es volver a conectar la ciudad con el mundo y a sus ciudadanos con el mar, aunque no faltan quienes cuestionan los beneficios que realmente supondrá para la ciudad el gran evento del mar. Tampoco faltan las quejas de los vecinos de la Barceloneta, agobiados por la presencia masiva de turistas y el ruido nocturno, ni las protestas de los residentes en algunas zonas donde se han cerrado los accesos al tráfico.

El espectáculo principal de la Copa América se vive en el mar, pero también en la tierra, desde las playas del Bogatell y también en Village del Moll de la Fusta, que es el núcleo donde se concentra la fiesta. Los visitantes podrán seguir las regatas desde unas FanZone en la que se han instalado varias pantallas gigantes. Esta es quizás la principal novedad que presenta el escenario barcelonés y que ha sido muy bien valorado por los regatistas y los numerosos periodistas norteamericanos, británicos e italianos acreditados para informar de la competición.

La Copa América siempre se había desarrollado lejos de la ciudad y la imagen que muestra Barcelona permite reflejar a los impresionantes AC75, el velero de 75 pies (23 metros) d eslora que con un mínimo de viento puede alcanzar los 80 kilómetros por hora, con la Sagrada Familia de fondo. Las regatas se desarrollan en un área con unas dimensiones de 3,5 kilómetros de largo y 1,5 de ancho. Y todo se puede observar de manera gratuita tanto desde la playa del Bogatell como desde el hotel W, al sur del litoral.

La organización de la prueba, que previsiblemente llenará hoteles y restaurantes por la llegada extra de visitantes, ha previsto diversos actos culturales para animar la ciudad. Entre ellos, el 'Dalí Challenge', que se desarrolla en el Reial Cercle Artístic de Barcelona. En una superficie expositiva de 500 metros cuadrados se muestran 65 réplicas digitales de las obras más emblemáticas del genial artista, cuyos originales están en once museos y colecciones privadas de todo el mundo, presentadas en gran formato y con alta resolución.