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Los Angeles Rams hicieron buenas las quinielas y destrozaron el sueño de los Cincinnati Bengals, que se plantaron en la postemporada de la NFL con la vitola de cenicienta y se quedaron a las puertas de la gloria en la Super Bowl LVI, la primera ... desde que Tom Brady, el señor de los anillos, anunciara su retirada. Los pupilos de Zac Taylor estuvieron a punto de dar la campanada en el SoFi Stadium de la soleada California, apoyados en una defensa poderosa y su refrescante insolencia. Pero la rodilla de Joe Burrow, maltrecha tras un sack cuando restaban doce minutos para la conclusión de un encuentro que hasta entonces dominaban los sorprendentes campeones de la AFC por 20-16, despojó a los Tigres de sus garras y los hombres de Sean McVay culminaron la remontada (20-23) con un touchdown de Cooper Kupp que devolvió el trofeo Vince Lombardi a Los Ángeles 38 años después de que los Raiders ofreciesen su último título a la ciudad de las estrellas.
Esa anotación de Kupp, jugador ofensivo del año en la NFL y designado MVP de la Super Bowl por el peso de sus dos anotaciones, a menos de un minuto y medio de la finalización de otro partido épico encumbró por segunda vez a los Rams, campeones también en el año 2000, cuando la franquicia fundada en Cleveland en 1945 todavía estaba asentada en St. Louis, y permitió coronarse por fin a Sean McVay, el técnico que ha revolucionado la competición con su apuesta por el juego ofensivo y un estilo de dirección que ha creado escuela.
El entrenador principal más joven en ganar una Super Bowl a sus 36 años se resarció frente a su discípulo Zac Taylor de la derrota sufrida hace tres años en el Mercedes-Benz Stadium de Atlanta (Georgia), donde los New England Patriots de Brady secaron a los Rams con una defensa numantina. Cerca estuvieron los Bengals de emular aquel libreto, pero la suerte le fue esquiva a un equipo que había protagonizado una epopeya majestuosa. Hace dos años fueron el peor conjunto de la NFL y el pasado curso apenas lograron adjudicarse cuatro triunfos. Pero si la rodilla de Burrow hubiera permanecido intacta, bien podrían haber rubricado con el anillo de campeón una postemporada asombrosa en la que dejaron por el camino a los Tennessee Titans y los Kansas City Chiefs.
Porque la Super Bowl LVI quedó marcada por dos lances desafortunados. El primero laceró a los Rams, que perdieron por lesión a Odell Beckham Jr. en el segundo cuarto. El polémico exreceptor de los New York Giants y los Cleveland Browns había comenzado el partido a toda mecha, firmando el touchdown que desató las hostilidades en el evento deportivo con mayor repercusión del planeta. El segundo lastró a los Bengals cuando oteaban la cima, dejando prácticamente sin margen de acción a un quarterback llamado a marcar época como Burrow, campeón universitario y trofeo Heisman que en su segundo año en el profesionalismo rozó la triple corona.
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Fruto seguramente de su inexperiencia, a los Bengals, un equipo fabricado a partir del draft y una gran labor de scouting, les costó tomarle el pulso al partido frente a un oponente más experimentado y armado a golpe de talonario. Pero en cuanto se sacudieron los nervios, recuperaron ese espíritu irreductible que les llevó a apuntarse un título de AFC con el que nadie contaba. 3-13 abajo al inicio del segundo cuarto tras el primer touchdown de Cooper Kupp, los de Cincinatti lograron marcharse al descanso con las espadas en todo lo alto gracias a una anotación de Tee Higgins (10-13) y abrieron gas al regreso del intermedio, cuando otro touchdown del receptor formado en la universidad de Clemson les dio su primera ventaja (17-13).
La presión hacía mella en Matthew Stafford, el veterano quarterback fichado el pasado verano para rematar un bloque galáctico. Maniatados en la ofensiva, los Rams se aferraron a su retaguardia para resistir, con Aaron Donald como estandarte. Un field goal para cada bando elevó el tanteo a 20-16 a favor de los Bengals, que ostentaban la condición de locales pese a que el duelo se libraba en el recinto de los Rams. Todo abierto para la recta final.
Pero el infortunio se cebó con los Bengals en los compases iniciales del último cuarto. La rodilla derecha de Burrow quedó lastimada en un sack. Su espeluznante grito de dolor dejó helada a la hinchada de los Bengals. Estoico, el número 1 del draft de 2019 regresó al terreno de juego, pero con la movilidad limitada. A los Tigres no les quedaba otra que guarecerse atrás y rezar, porque los Rams, feroces, olían sangre.
Aaron Donald, enorme de principio a fin, desató el asalto final con su gran labor defensiva. Los Rams, que habían estado contra las cuerdas, no desaprovecharon la vida extra. Stafford cocinó el drive a fuego lento, hasta que el cansancio doblegó a la retaguardia de los Bengals. Entonces Kupp clavó la estocada definitiva a un equipo que parecía indomable. Los Ángeles vuelve a ser el epicentro de la NFL.
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