El vizcaíno Jon Rahm, mira la bola concentrado tras un golpe en el Masters de Augusta. AFP
Masters de Augusta

Rahm se atasca en Augusta y ya espera a su sucesor

El español no pasa del par en la tercera jornada del Masters, donde firma «un miserable birdie» y este domingo pondrá la chaqueta verde al nuevo ganador

Carlos Nieto

Enviado especial. Augusta, Georgia.

Sábado, 13 de abril 2024, 23:22

No tenía nada que perder y tampoco ganó. Jon Rahm no se enfrentó este sábado al terrible viento que azotó las dos primeras jornadas del Masters y que casi le deja fuera del torneo a las primeras de cambio, pero sus errores con el putt ... volvieron a martirizarle. Al menos, el vizcaíno se fue con un ligero buen sabor de boca tras pegar dos buenos drives, el viernes fue un martirio para él, en los dos últimos hoyos. Dos golpes cargados de confianza, el primero de ellos preludio del único «miserable birdie» del día, que deben servir como acicate para olvidar las penas este domingo, fecha en la que ayudará a colocar la chaqueta verde a su sucesor en Augusta.

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Empezó sobrio 'Rahmbo' con un buen primer hoyo, pero en el segundo el putt le empezó a atormentar. No fue un fallo tan grave como el del cuarto, cuando dilapidó la primera opción clara de birdie. Con una tarjeta de +5, los hoyos pasaban y no conseguía restar. A su lado, su compañero en la Universidad de Arizona, Grayson Murray, con el que coincidió seis meses en su etapa formativa, arrancaba con un birdie y su buen approach en el 5 conseguía levantar el frío ambiente en el público. No vibró y sufrió el personal con Rahm, que terminó por explotar en la séptima bandera.

Donde el jueves había hecho birdie y el viernes par, llegó un evitable bogey después de fallar un putt de cinco metros que le desquició. Decrescendo. Se ponía con un +6 en el global y maldecía en alto con alguna que otra palabra malsonante. La mayoría no entiende el castellano, pero no hacía falta para comprobar que aquello iba torcido.

Rahm pudo lamerse las heridas en el hoyo 8, pero otra vez su putt burló el agujero. Poco a poco asomaba la temida esquina del Amen Corner (11, 12 y 13), esa en la que todo se puede ir al traste, que se lo digan a Sergio García el viernes. Se quedó muy cerca en el 12 y en el número maldito, otra oportunidad desperdiciada de embocar y recortar. Dos metros y medio que fueron un mundo para el vizcaíno, desesperado. No llegaría ninguna otra oportunidad clara hasta el 17. En el mismo hoyo en el que cargó los dos primeros días sendos bogeys se redimió.

De vital importancia era cargar la mochila de motivos para la ilusión, ya no para pelear por la chaqueta verde sino para disfrutar del último episodio bajo el sol radiante de Augusta. «Mañana es otro día; si empiezo bien y me acerco al par total… Yo creo que me puedo meter en el top 10. Ganar ya, complicado… pero al menos terminar el torneo con buen sabor de boca», se resignó a decir ante los medios.

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El preferido de Rahm al título

El principal cabeza de cartel del LIV era la gran esperanza en Augusta del rompedor circuito, que se juega a tres vueltas y sin cortes, para tener poderosos argumentos de que su producto es el acertado. «Entiendo la pregunta, pero no... La culpa es solo mía», replicó el de Barrika al ser preguntado sobre si esta circunstancia podría estar detrás del descenso en su rendimiento. «Además, toda mi vida he jugado golf tradicional y solo llevo cinco torneos a tres vueltas… así que no se me puede haber olvidado», añadió al referirse por enésima vez al formato de la liga financiada con los fondos públicos de Arabia Saudí.

Tras el adiós a la corona, Rahm investirá este domingo al nuevo ocupante del trono. Y todo apunta a que se invertirá la escena del año pasado, cuando Scottie Scheffler, ganador en 2022, le ayudó al vizcaíno a colocarse la preciada prenda. El número uno del ranking no está ofreciendo muestras de debilidad y parte como principal candidato a ganar su segunda chaqueta verde. ¿Y a quién le gustaría a Rahm que ganase? «Por el buen rato que pasé con él en la Ryder y por la amistad que hemos creado, diría Nicolai (Hojgaard, danés)… pero le queda mucho».

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