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Ha sido una de las dos carreras más duras de mi vida». El que habla es Fernando Riaño, quien el pasado domingo revalidó en Zofingen (Suiza) su título mundial de duatlón de larga distancia para personas con discapacidad visual. Un éxito que alcanzó por segundo año consecutivo acompañado por Darío Pérez, su guía. Antes lo había conseguido otras dos veces junto a Jesús Celada.
Si el año pasado la dupla riojana se encontró en tierras helvéticas con frío y un aguacero, el domingo la prueba se disputó con una temperatura de 27 grados. «No es habitual en esa zona y eso tiene su peligro porque lo normal allí es salir muy abrigado a la hora de inicio de la prueba, las ocho de la mañana, y esta vez no hacían falta ni manguitos», expone. «Y como te equivoques con la ropa, bien por quedarte corto o bien por pasarte, la has liado», añade.
El calor se añadió a la dureza que ya presentaba el recorrido, dividido en tres partes. Una primera carrera de 12 kilómetros y una segunda parte de 166 kilómetros en tándem para después volver a ir a pie durante 34 kilómetros. Nueve horas sin parar. «Además, el 60% de esa última parte discurre por caminos de piedra, por bosques y por cuestas muy duras», enumera Riaño.
Y si todo eso fuera poco, los riojanos sufrieron un pinchazo en el tándem a 15 kilómetros de llegar a la última transición. «Por suerte recuperamos bien, pero sufrimos lo que no está escrito», reconoce.
Para Riaño, este es su quinto título mundial, cuatro en esta especialidad y uno más en triatlón cross. Un extenso palmarés al que hay que añadir el mérito de no ser profesionales de este deporte. «Y sí que competimos contra gente que se dedica a esto y contra chicos que tienen veinte años menos que yo», recuerda. ¿Cómo lo consigue? «Quitándole horas al día para entrenar, bien sea madrugando o por la noche», añade, antes de explicar que todos los días de este verano ha comenzado a ejercitarse antes incluso de que amaneciera.
Así, el jarrero califica como «casi un milagro» poder llevarse la victoria en un Mundial. «Ya casi lo es poder llegar allí en buenas condiciones y sin lesiones; poder disputarlo es un lujo», reconoce. Pero Riaño tiene una cosa clara. Su éxito es compartido. Es más, él quiere dejar claras la importancia y la relevancia de su guía, Darío Pérez. «Es un tipo fuera de lo común, tiene unas condiciones físicas y mentales impresionantes porque hay que ser muy valiente para lanzarse con un tándem en un descenso a 70 kilómetros por hora y trazar las curvas a la perfección», destaca. «El que va detrás agradece mucho la confianza que genera porque él maneja la dirección, los frenos y el cambio», apostilla.
Una confianza que surgió enseguida. «A seis días del Campeonato del Mundo del año pasado, mi guía se cayó y tuve que buscar a alguien para ir», recuerda. «No era algo sencillo, pero le llamé y enseguida me dijo que sí y el primer día ya vi que tenía una lectura de los espacios, los giros y la carrera impresionantes», detalla.
Juntos forman una dupla de oro que ahora tiene un objetivo, recuperarse del esfuerzo del Mundial. «Acabamos muy cansados, algo muy normal en una cita de estas características», aclara. Aun así, siempre hay retos en el horizonte. «Me llaman mucho la atención las pruebas de montaña y me gustaría participar en alguna», dice. «Pero lo más importante es aprender y seguir disfrutando con el deporte», concluye.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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