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En su primer duelo a vida o muerte en el Mundial de balonmano los Hispanos se estrellaron frente a una grandísima versión de Portugal, con mucha diferencia la selección que más ha progresado en el deporte del 40x20 en la última década. El equipo luso, el mejor del grupo hasta el momento, llegaba con dos puntos de ventaja sobre España, a la que la derrota ante Noruega 48 horas antes situaba contra las cuerdas. Los Hispanos, especialistas en responder con eficacia ante las situaciones límite, esta vez no pudieron contrarrestar el supersónico juego de un equipo en el que brillaron los temidos hermanos Costa, Martim y Francisco, Salvador Salvador y también el guardameta Diogo Marques.
Demasiados argumentos de peso en contra a pesar de la buena versión inicial de los Hispanos, con el paso adelante de Casado en la dirección de juego y una alta intensidad defensiva, que pareció controlar de partida a los Costa, pilares de un combinado nacional en constante crecimiento. Estas virtudes propiciaron el primer arreón español en el marcador hasta el 6-4. Sin embargo, dos exclusiones de Barrufet, especialista en el avanzado con defensa 5-1, y la capacidad portuguesa para golpear en primera oleada dieron la vuelta al resultado en un visto y no visto (6-7).
La igualdad pasó a presidir el duelo y Jordi Ribera trasladó al pequeño pero eléctrico Dani Fernández los galones del esquema 5-1 en la zaga. Dio resultado, pues entre las paradas de Sergey Hernández, los robos y el contraataque España endosó a Portugal un parcial de 4-0, rápidamente contestado por el vertiginoso juego luso y la calidad del joven y talentoso Salvador Salvador.
España
Sergey Hernández, Barrufet (3), Sánchez-Migallón, Solé (2), Tarrafeta (3), Casado (5) y Garciandia (3) -siete inicial-; Pérez de Vargas (ps.), Dani Fernández (6, 5p), Sánchez-Migallón, Serdio (2), Javi Rodríguez (1), Carlos Álvarez, Dani Dujshebaev, Petar Cikusa, Álex Dujshebaev (4) y Djordje Cikusa.
29
-
35
Portugal
Capdeville, Fernandes (2), Frade (1), Areia (3, 3p), Salvador (6), Martim Costa (3) y Francisco Costa (8) -siete inicial-; Marques (ps.), Branquinho (1), Iturriza (4), Brandao, Portela (1), Magalhaes (2), Oliveira, Rui Silva (2) y Gomes (2).
Parciales: 3-2, 6-6, 8-8, 12-9, 14-13, 16-15 -descanso-; 19-18, 19-21, 21-22, 23-25, 25-30 y 29-35.
Árbitros: Nachevski y Nikolov (Macedonia del Norte). Excluyeron a los españoles Barrufet (2), Garciandia, Dani Fernández, Casado y Sánchez-Migallón, y a los portugueses Iturriza (2), Magalhaes y Francisco Costa.
Incidencias: Partido de la segunda jornada en el grupo III de la ronda principal del Mundial disputada en el Unity Arena de Oslo.
El encuentro llegó al descanso inmerso en un apasionante toma y daca, sobre el papel favorable al caótico juego portugués, pero un espectacular gol de Ferran Solé sobre la bocina le dio a los Hispanos una mínima ventaja que llevarse al vestuario. Álex Dujshebaev comandó otra buena puesta en escena de España tras la pausa, con un interesante +3 (19-16) que sin embargo duró un suspiro. Seis errores españoles y seis goles lusos de forma consecutiva, con Francisco Costa en modo estelar, pusieron el duelo cuesta arriba, con un peligrosísimo 19-22 que amenazaba con cercenar el camino hispano en el Mundial.
España, poco acertada de cara a la puerta rival, se aferró a un duelo sin red, pero sin hallar en ningún momento antídoto al veneno de los hermanos Costa. La presión bajo amenaza de KO hizo mella en el conjunto de Jordi Ribera, muy precipitado en sus ataques para conceder a Portugal goles fáciles. Así, la esperanza se diluyó en un desafortunado tramo de partido que disparó la renta lusa hasta un durísimo 24-30.
Solo quedaba apelar a un milagro que con los Hispanos de por medio nunca se puede descartar. España activó al máximo la movilidad de su defensa y comenzó a robar balones para recortar distancias a la carrera. Se había reducido la grieta hasta los tres goles cuando Garciandia se topó con la plástica estirada de Marques, una auténtica muralla. Fue el símbolo de la capitulación de los Hispanos. Como en el Europeo del año pasado, se quedan fuera de la fase eliminatoria de un gran torneo que no obstante sirve de punto de partida para una nueva generación. Pese al revés el progreso de los jóvenes, ya con la experiencia de este primer campeonato internacional, permite atisbar una tendencia al alza en este ciclo olímpico que todavía comienza.
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