Los Hispanos agotan el comodín ante Francia

No había gran cosa en juego pero un duelo entre España y Francia en el mundo del balonmano jamás es amistoso. Los innumerables capítulos de la rivalidad entre ambas potencias del 40x20 impiden la relajación y en disputa estaba el primer puesto del grupo. Sin embargo, con ambos equipos en cuartos de final el envite perdía dramatismo e invitaba a las rotaciones y las probaturas, que no experimentos, antes de la fase final.

Que el seleccionador francés, Guillaume Gille, reservase a la leyenda Nikola Karabatic, y su homólogo español hiciese lo propio con su central titular, Agustín Casado, y con uno de sus mejores especialistas defensivos, Iñaki Peciña, ya resultaba esclarecedor en cuanto a la trascendencia del partido a pesar del atractivo cartel.

En este contexto el partido arrojó excelentes sensaciones en el inicio, con un papel destacado de dos hombres con un protagonismo menor en los últimos partidos. El zurdo Garciandia sacó a relucir su poderoso lanzamiento desde más allá de los nueve metros mientras el portero Rodrigo Corrales acumulaba paradas de mérito en la zona contraria de la pista. Todos los recursos serán pocos en la lucha contra las mejores del planeta y Jordi Ribera contemplaba satisfecho cómo dos de sus hispanos cargaban la mochila de confianza frente a la poderosa Francia.

La igualdad y un tanteo reducido que en buena medida fue mérito de los porteros marcaron la pauta en la primera parte. Todo marchaba bajo control al paso por el primer cuarto de hora cuando una serie de fallos de España en ataque y el acierto de los galos Remili y Tournat en la dirección y el trabajo en el pivote fijaron la primera ventaja significativa para Francia tras un parcial de 0-4 (6-9).

Solo el descaro del joven extremo izquierdo Dani Fernández sostenía a España, por lo que Ribera paró el partido con un tiempo muerto y tiró de los hermanos Dujshebaev para cambiar la dinámica. La reacción fue positiva, pues apareció la intensidad defensiva y el contraataque para equilibrar de nuevo un duelo que se fue al descanso bajo el signo de la máxima igualdad (13-13).

El paso por los vestuarios sentó mejor a españoles que franceses. Los Hispanos redoblaron su poderío ofensivo, con el brillante multiusos Álex Dujshebaev como generador de juego, y en un visto y no visto el partido había tomado color rojo (19-16). En un duelo ya mucho más fluido que en la primera media hora, situación fruto de la relajación entre dos equipos clasificados, la ventaja era poca cosa y se escurrió tan súbitamente como había llegado.

El duelo, que se adentró empatado (24-24) en los últimos diez minutos, había subido sus pulsaciones definitivamente, en una buena prueba antes del tramo decisivo del Mundial, ya sin red. Los macedonios Nachevski y Nikolov castigaron severamente la dureza defensiva de España, que pagó sus inferioridades numéricas en el tramo final. El error de Maqueda en un cambio mal ejecutado y la exclusión del lateral toledano sepultaron definitivamente las opciones de España, que se atascó ante las paradas de Vincent Gerard y torció el brazo tras un parcial final de 2-4.