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ALBERTO POZAS
Viernes, 4 de agosto 2017, 22:08
No pudo ser, y además era imposible, pero las españolas del 1.500 dieron un espectáculo de oficio y altura de miras en un campeonato del mundo. No se arrugó Marta Pérez y se quedó fuera de la siguiente ronda, pero batiendo su ... marca personal con 4:05.82 minutos. Se pegó a la 'recordwoman' mundial Genzebe Dibaba y siguió su estela para llegar agotada pero bien colocada a la última vuelta. Ni los gritos de ánimo que el estadio olímpico de Londres dedicó a su Jessica Judd ni el arranque de Caster Semenya minaron la moral de Pérez, que en una brutal última recta remontó puestos para quedarse fuera pero con la mejor marca española del año en el bolsillo: «Tácticamente un poco mal, me he dado con todo el mundo», decía satisfecha la soriana, que compagina la medicina con el mediofondo.
Mismo estribillo para la campeona de España, Solange Pereira. «Estoy súper satisfecha», decía a la televisión después de rozar su marca personal con 4:06.63 minutos. También dejó un sobresaliente sin premio en la pista. Salió ambiciosa en un pelotón liderado por la alemana Klosterhalfen, que rompió la carrera como y cuando quiso para pasar de ronda sin romper a sudar. «Me he visto suave al final», lamentó Pereira para clausurar la actuación de un 1.500 femenino español que goza de un excelente estado de salud pero que todavía tiene que subir un peldaño más para incrustarse en la élite mundial Un soplo de aire fresco en ausencia de Nuria Fernández e Isabel Macías.
Sabor agridulce en el 'milqui', y disgusto sin matices en longitud. Eusebio Cáceres se marcó tres nulos en sus tres intentos de la clasificación que le dejaron automáticamente fuera de la final, y firmando un año más de decepción internacional de un hombre llamado a ser el sucesor de Yago Lamela. Traicionado por un viento irregular, cara de circunstancias ante la cámara para asegurar: «Me he quedado con las ganas». Nulos «inapreciables» pero sentenciadores que dejan al alicantino con una nueva promesa de medalla tras su cambio a Madrid. «Más cabreado que yo, pocos», dijo.
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