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Igor Barcia
Sábado, 19 de agosto 2023, 22:06
Ryan Crouser ya es doble campeón olímpico y doble campeón mundial. En un año ha igualado sus oros en los Juegos tras ser muy superior tanto en Eugene el pasado año como ayer en Budapest. Es el gran dominador de una especialidad en la que la compañía de Joe Kovacs y Tom Walsh ha colocado al lanzamiento de peso entre las finales más atractivas de cualquier gran competición donde se presente este trío de colosos. Ayer, sólo necesitó dos lanzamientos para sentenciar la final. En el primero, de calentamiento, se fue a 22.63 metros. Y en el segundo, a 22.98, récord de los campeonatos y título en el bolsillo. En segundo lugar se incluyó el italiano Leonardo Fabbri, con unos sensacionales 22.34
El flechazo de Crouser con el lanzamiento de peso viene de lejos, desde niño. Viendo lo que tenía en su familia, era sencillo pensar que saldría lanzador. Su padre Mitch fue suplente en el equipo de disco de Estados Unidos en los Juegos de 1984. Su tío Brian se clasificó para los Juegos Olímpicos dos veces en jabalina y su otro tío Dean fue campeón nacional en lanzamiento de peso y disco en Oregon. Los primos de Crouser, Haley y Sam, compitieron a nivel universitario y Sam finalmente llegó a los Juegos de Río 2016 en jabalina.
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Cuando iba al colegio en las afueras de Portland, Crouser entrenaba todos los días y empezó a ver viejos vídeos para estudiar los lanzamientos de leyendas como Ulf Timmermann y Randy Barnes, de quien se hartó de ver ese récord del mundo que le tenía obsesionado y que logró batir el pasado mes de junio, con un excepcional lanzamiento.
Pero no fue sencillo, porque en las últimas temporadas todos estaban convencidos de que Crouser tenía ese lanzamiento en el cuerpo pero no llegaba. El estadounidense entrenaba y sabía que estaba listo, pero en las competiciones se agarrotaba al punto de quedarse siempre lejos de esa marca de Barnes que se mantenía en su cabeza.
Sin embargo, en los trials de junio de 2021, antes de los Juegos de Tokio, se sintió diferente. Estaba relajado y suelto. Al principio del evento comenzó con un lanzamiento estático para asegurarse la clasificación de cara a los Juegos, pero su gran marca le dijo que era el día. Después batió ese récord del mundo con el que tantos y tantos días había soñado desde pequeño. Aquel 23.37 fue una liberación para Crouser, que después se convirtió en campeón olímpico, el pasado año campeón del mundo, en mayo volvió a romper el registro mundial con 23,56 y ayer sumó un nuevo título.
En la final femenina de 10.000 metros, juego de ajedrez entre las atletas africanas, con una salida lentísima y una progresión por parte de las etíopes Gidey y Tsegay en busca de sorprender a una Sifan Hassan que en la última vuelta jugó sus bazas. La holandesa trató de ganar con su gran final, pero la perseverancia de Tsegay le dio el título tras tropezar Hassan en su intento de cerrarle el paso. Fiesta etíope, con un gran triplete.
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