Eli Amatriain y Patty Llaguno se despiden del Logroño Open en una reñida semifinal

Con mucha seguridad,la riojana y la cartagenera salieron a la pista a comerse a sus rivales. Esa intensidad se tradujo en acierto, lo que les permitió ganar con solvencia el primer set del encuentro por un categórico 6-1. Mucho más fácil de lo inicialmente previsto. Pero no había nada ganado aún. Eso lo sabían ambas jugadoras, que han sabido conectar con el Palacio de los Deportes.

Porque las coas cambiaron drásticamente en la segunda manga. Tras la paliza del primer asalto, Ariana Sánchez y Alejandra Salazar salieron más agresivas a la pista. Esto mejoró sus prestaciones. Rompieron el servicio de Patty Llaguno y el de Eli Amatriain para ponerse por delante 5-2. La riojana y su compañera lucharon para dar vuelta la tendencia y después de levantar varios puntos de set en contra, perdieron la manga por 6-3.

Todo empezaba de nuevo. A remar. Amatriain y Llaguno estaban obligadas a cambiar la dinámica si querían jugar la final de mañana. Salazar y Sánchez se adjudicaron el primer juego; Eli Amatriain defendió su saque (1-1). Ariana Sánchez ganó con solvencia su servicio y Patty Llaguno el suyo (2-2). Nadie daba tregua. Ale Salazar dejó en cero a Amatriain y Llaguno en el quinto juego del tercer set (3-2). El sexto juego fue clave. Los errores no forzados, principal lastre de la riojana y la cartagenera ayer (quizá por el cansancio), pusieron contra las cuerdas a Amatriain y Llaguno. Levantaron un 0-40 en contra para llenar el tanque de gasolina moral nuevamente para adjudicarse el punto y hacer rugir al Palacio. Klas cosas estaban 3-3 y cualquier error podía ser decisivo. «Eli, Eli, Eli», explotó el Palacio momentos antes de que la riojana y la murciana desperdiciaran tres ocasiones para romper el saque a sus rivales. Ya no era una cuestión sólo de físico, muy mermado para ese entonces. Todo parecía era más mental.

La logroñesa y Llaguno ganaron su saque (4-4) después de sufrir lo indeseable. Por ese entonces, ambas jugaban con una amplia sonrisa, pese a todo. Lo mismo que sus rivales, con menos penurias que las que jugaban con el público a su favor. Con bolas nuevas, llegó el momento crucial. Otra vez los errores no forzados sentenciaron definitivamente a Amatriain y Llaguno,que se despidieron de Logroño con mucho orgullo pese a la derrota.

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