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Javier Bragado
Jueves, 19 de mayo 2016, 00:41
«Voy a tener que ponerme andamios como Luis Enrique para los entrenamientos», bromea el seleccionador español de taekwondo, Marco Carreira. Un puñado de espigados jóvenes sale del vestuario para confirmar su coartada. Ninguno con menos de 185 centímetros de altura, aunque sólo uno ... tan delgado que parece que le han aspirado el interior del cuerpo. Jesús Tortosa (Madrid, 21-12-1997) mide 1,85 m y pesa únicamente 58 kilogramos. El muchacho es como un gran junco entrenado para golpear que se ha ganado el derecho a participar en los Juegos Olímpicos de Río y ser ejemplo de la progresión de su deporte.
¿Repiten todos los taekwondistas el esterotipo? «Sí, sí, sí. A partir del año 2008, cuando los petos normales desaparecieron y se pusieron los electrónicos, empezó a salir gente muy alta, muy espigada y con las extremidades muy largas», contesta el madrileño antes de una sesión en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Parece el futuro si no consigue cambiarlo la nueva reglamentación sobre protecciones y lugares de puntuación que se estrenará en el evento olímpico. «La evolución ha sido espectacular», remarca Carreira. «Su relación estatura-peso está muy por encima de los deportistas de su categoría en el taekwondo moderno», conviene su padre, Jesús Tortosa, dos veces subcampeón del mundo.
En la pizarra se leen los detalles que ha apuntado su entrenador sobre sus rivales olímpicos: tipos de hasta 1,90 metros en una categoría en que la aguja de la báscula no puede superar los 58 kilogramos. «Eso lo ves hace ocho años y es una risa», confirma el deportista. Otro español, Joel González, ya apuntó la tendencia con un oro olímpico cuatro años antes con idéntico peso y altura que Tortosa, pero con la vista en Río decidió pasar a la siguiente categoría debido a sus problemas para controlar el peso. Para el novato madrileño ese problema no existe. «Por suerte, voy bien con el peso, pero hay gente que lo pasa mal. Para los Juegos intentaré ponerme más fuerte, pero bajar el peso, no mucho», señala el liviano pero poderoso atleta.
Juventud y excelente historial
Antes de conquistar la tarde del jueves la medalla de plata en el Campeonato de Europa en Montreaux, la ciudad suiza de la música, el joven Tortosa ya podía presumir de un campeonato del mundo júnior (2014), dos campeonatos europeos sub-21, un bronce continental absoluto y una plata en los Juegos Europeos de Bakú (2015). En su reciente reto sólo cedió en la final ante el belga Mourad Laachraoui. «Es un test para medirnos con los rivales que tendremos en los Juegos», concretaba sobre el Europeo. Después de la clasificación para Río, el deportista reconoce que ha podido concentrar mejor sus esfuerzos y se atisba cierto alivio. «A 20 segundos de combate estaba fuera de los Juegos», recuerda su entrenador sobre el día de enero en que alcanzó su sueño.
El prototipo del taekwondista perfecto lo completa Tortosa con sus genes, tradición y mentalidad. «Empecé desde pequeñito porque mi padre era competidor y yo ya iba gateando en el tapiz», cuenta sobre un progenitor que fue seleccionador español y director técnico y que también ha criado a dos taekwondistas de élite. El muchacho todavía entrena alguna mañana en el gimnasio levantado por su predecesor y ha añadido un factor analítico fundamental para predecir sus batallas en el tatami. «Ahora que está todo informatizado en los vídeos se ve a cualquier rival y todo el mundo te conoce. Como va todo por ranking sabes con quién te vas a enfrentar y qué te va hacer. Yo prefiero eso. Me gusta mucho ver los vídeos y ver a la gente lo que hace. Me gusta ver los combates, incluso de otros pesos», se extiende el madrileño.
También se ha adaptado al nuevo espécimen de luchador. «Yo casi prefiero a la gente alta porque entreno con gente de pesos muy altos, que son muy grandes y me gusta con gente grande. Al final te vas adaptando. Al principio era como una novedad y ahora todo el mundo es así, así que te da igual», solventa. «Yo soy frío compitiendo y sé leer bien los combates. Aprovecho mucho la distancia que tengo porque soy muy alto y delgado para el peso. Tomo ventaja en la distancia larga con mi pierna delantera, que podría ser uno de mis puntos fuertes», resume la cima de la evolución del taekwondo. Si la reglamentación y la tecnología no cambian el nuevo estilo, Tortosa será uno de los reyes del darwinismo en el deporte de origen coreano. Por si acaso, su entrenador ya ha pedido presupuesto para la instalación de andamios.
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