Javier Fernández (c.) posa con su medalla.
Patinaje artístico

'SuperJavi' no tiene límites

«He pasado el último mes con dolores y ha sido muy duro», confesó el ángel madrileño tras superar al japonés Hanyu

NACHO BOLÍVAr

Sábado, 2 de abril 2016, 07:19

«Estoy emocionado por conseguir mi segundo título mundial. He pasado el último mes con dolores y ha sido muy duro. Me ha encantado competir con Sinatra y agradar a la gente». Así se confesó el patinador español Javier Fernández tras bordarlo sobre el hielo ... en Boston al compás de la música de la banda sonora de la película Ellos y Ellas. «Me puse en la parte de atrás, sólo escuché la música y no vi el ejercicio. Luego, salí a hacer mi programa y a intentar disfrutar», añadió, todavía ensimismado, tras imponerse en una dura pugna con el japonés Yuzuru Hanyu y sellar una nueva corona universal en patinaje artístico.

Publicidad

Tras revalidar el oro que se colgó el año pasado en Shanghái, el patinador madrileño, de 24 años, agrandó su leyenda y ya suma nada menos que ocho medallas internacionales a lo largo de su carrera. No hizo sino confirmar su sobresaliente expediente y su constancia, una regularidad que le convierten en uno de los deportistas españoles más seguros y fiables, comparado con el Rafa Nadal de sus mejores tiempos, Ruth Beitia, incombustible saltadora de altura cántabra, o la nadadora catalana Mireia Belmonte. El único resbalón de SuperJavi, esa «espina clavada» de la que siempre habla, se produjo por su cuarta plaza en los Juegos Olímpicos de Sochi 2014. Fue apeado del bronce más por asuntos externos que por propios deméritos.

Hanyu, el campeón olímpico y campeón del mundo de 2014, había tomado una amplia ventaja sobre Fernández en el programa corto del miércoles. Pero Fernández hizo una increíble demostración en el programa libre, que ganó con 216.41 puntos para un total de 314.93, algo muy difícil de superar por Hanyu. Los errores en el patinaje libre dejaron al nipón con un decepcionante 184.61, y la medalla de plata con un total de 295.17. El chino Jin Boyang, de 18 años, fue tercero, con 270.99 puntos.

El madrileño lo bordó en el programa largo, le salió todo, no falló ni un salto y patinó como un ángel el célebre Guys and Dolls. Dejó estupefacto a Hanyu, que le aventajaba en 12 puntos tras un gran show corto, pero que, tras un ejercicio libre discreto, sucumbió ante una estrella española que iluminó el TD Garden y asombró al mundo con una de las mejores actuaciones de la historia, en concreto la tercera más grande de todos los tiempos, tope personal y mejor registro continental.

Sentido artístico

Fernández comenzó el gran show sabiendo que Hanyu no había estado fino y perfecto conocedor de que debía saltar sin errores y mostrar ese sentido artístico que le caracteriza y que le hace superior que sus rivales. Puso los patines en el hielo el de Cuatro Vientos cuando sonó el Guys en Dolls de Frank Loesser. Patinar fresco, saltos adornados y sin tacha, un cuádruple toe brillantísimo, otro cuádruple salchow-triple soberbio y ese cuádruple salchow que dejó a todos boquiabiertos. Javi se deslizaba hacia una actuación colosal y alucinante.

Publicidad

Convertido en una mezcla de Sinatra y Brando, Fernández se detuvo, solemne él, para escuchar una ovación interminable del público estadounidense y de varios hinchas españoles, pocos pero orgullosos. Brian Orser, su entrenador y también el de Hanyu, no pudo ocultar su emoción, pero sí quién es su predilecto. Y Hanyu, siempre elegante, hizo no pocas reverencias a su «compañero, amigo y mayor rival» sobre el hielo.

«Siempre es una responsabilidad tener que revalidar el título. Para mí es un momento especial en mi carrera deportiva y quiero aprovecharlo al máximo. He entrenado duro para llegar en las mejores condiciones e intentaré dar todo lo mejor de mí para volver a subir a lo más alto del podio». La entrevista que concedió recientemente a Javier Bragado, periodista de COLPISA, no era sino una premonición de lo que llegaría a primera hora de la mañana del sábado, hora española.

Publicidad

Javier Fernández parece no tener techo porque es uno de esos privilegiados que siempre se supera a sí mismo. Dos cetros mundiales y cuatro oros europeos, así lo atestiguan. Premios más que merecidos para ese adolescente de 17 años que dejó Cuatro Vientos, su humilde barrio en el sur de Madrid, para volar hacia Estados Unidos sin saber hablar inglés. Y de ahí hasta Canadá. Después de cinco años entrenando en Toronto, recibió al fin su permiso de trabajo canadiense en 2015. Con la tranquilidad de la independencia, se pudo concentrar en esa afición hecha trabajo, pero sin perder de vista jamás sus orígenes.

«Hasta ahora siempre he luchado por superarme a mí mismo y descubrir nuevos límites. Hay momentos débiles en los que suelo recordar los éxitos conseguidos tracias a tanto esfuerzo. Mi entorno es muy importante porque me permite estar fuerte y concentrado en lo mío», recuerda. Un milagro de la naturaleza, un maestro que sólo cambiaría ser campeón del mundo de patinaje por ser futbolista del Real Madrid y al que le encantaría poder alguna clase de patinaje a Rafa Nadal, Iker Casillas, Pau Gasol y la campeonísima de bádminton, Carolina Marín.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta 136 Aniversario!

Publicidad