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Javier Bragado
Jueves, 14 de enero 2016, 09:43
Arpad Sterbik (Senta, Serbia, 20-11-1979) intenta mantener a sus 36 años la elasticidad y el estado de forma, pero lo que no tiene son problemas para conservar su sentido del humor. El serbio, que se gana la vida en el Vardar de Macedonia ... después de una vida de trotamundos, reparte bromas sobre el futuro de la selección española de balonmano porque prefiere poner distancia con sorna para valorar sus posibilidades y las de España en el Campeonato de Europa que empezará el sábado.
«Es un año especial y largo porque está el Europeo, el preolímpico si jugamos preolímpico, una clasificación para el Mundial y los Juegos Olímpicos», enumera Sterbik con una fatiga fingida sobre su futuro. En realidad, las rotaciones durante la temporada le han servido para llegar en buena forma al primer torneo del año por selecciones. «Me están cuidando muy bien en mi club. La liga macedónica es flojita, jugamos una liga balcánica en que a veces no estoy jugando porque somos tres porteros. A algunos viajes tampoco me llevan, así que me queda la Liga de Campeones, que es lo más importante», reconoce con media sonrisa. «¿Será especial 2016? Sí, y difícil, pero voy a intentarlo porque puede ser que a los Juegos siguientes no esté o no quiera estar», insiste con una nueva risa.
Pero Sterbik en una cancha no es motivo de mofa. Suma dos medallas mundiales con Yugoslavia y dos con España (cambió de nacionalidad en 2008) y a los adversarios les provoca pocas risas que siga defendiendo la portería. De hecho, el seleccionador Manuel Cadenas reconoce que cuando el balcánico se recuperó de sus lesiones para defender la meta española fue el mejor fichaje que podía esperarse. «Manolo no conoce el balonmano», vuelve a bromear Sterbik cuando se le recuerda el halago, aunque concede un momento para el reconocimiento: «Manolo es un entrenador que siempre ha hecho equipos con porteros buenos y sabe que es algo que necesita un equipo». Del resto de sus compañeros para el Europeo que empezará el sábado en Polonia prefiere destacar la capacidad colectiva frente a las carencias respecto a otros gigantes. «No tenemos lanzadores de dos metros (de altura), pero somos más completos que otras selecciones. Tenemos laterales, extremos buenos, 'fintadores'... De lejos es más difícil, pero lo intentamos de otra manera», analiza sin obviar que el lanzamiento lejano es la principal debilidad española.
Sterbik guardará la meta española con Gonzalo Pérez de Vargas, un recambio de 25 años, aunque la veteranía del guardameta de origen serbio servirá no sólo para tapar huecos. De hecho, es el primero en recordar que la inminente competición no será tan fácil como aquella que supuso un bronce para España en 2014. «Este Europeo es un poco especial porque ya están bebiendo sangre estos equipos que va a luchar por (el pase directo a) los Juegos Olímpicos y por el preolímpico. Por otro lado, tienes a las selecciones que van a luchar por las medallas y va a ser una guerra típica», avisa. En esa contienda la torre dos metros se levantará como el principal elemento defensivo con su capacidad de intimidación dentro de la pista. Sterbik asume el papel y sitúa en semifinales el primer objetivo, pero antes de marcharse un último guiño le sirve para camuflar varios deseos: «Tampoco tengo ganas de jugar tanto. Tengo 36 años y con 40 lo veo difícil. Este año lo hemos esperado todos y estamos sanos y vivos para los Juegos. Luchamos para una cosa buena, ¿no?».
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