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Javier Bragado
Domingo, 25 de octubre 2015, 18:21
Brigitte Yagüe, la taekwondista que más medallas mundiales se ha colgado en la historia (seis) ha decidido renunciar a los Juegos Olímpicos diez meses antes de la competición. El día de su despedida explotó tras un período de mareos, nervios y recuerdos, pero después de ... anunciar su adiós no respira nostalgia sino ilusión y se adivinan varias sonrisas desde Mallorca, ahora que ha pasado un tiempo necesario para hacer balance. No hay ningún atisbo de arrepentimiento porque detrás de su decisión se encuentra el límite de su cuerpo y la perdida de estímulos de una deportista de 34 años que ha preferido abrir camino a otras compañeras antes que buscar una egoísta línea de un currículo al que sólo ha podido añadir un metal olímpico (plata en Londres 2012).
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Las lágrimas casi no le permiten leer la carta el día de su despedida a pesar de que su decisión estaba tomada meses atrás. ¿Lo esperaba?
No me sorprendió porque yo soy una chica que se mueve mucho por emociones y todo lo que emociona hace que se me salten las lágrimas. Sabía que era un día en que iba a expresar mucho mis sentimientos. Recuerdo que en casa me costó mucho hacer la carta. Cada vez que la repasaba o intentaba cambiar algo me ponía a llorar. Sabía que iba a ser imposible. Recuerdo que a Xavi Torres, que me ha ayudado a organizar esta despedida, el día de antes le decía 'no sé si voy a poder leer la carta, estoy con los sentimientos a flor de piel y nerviosa' y él me dio palabras de calma.
¿Se esperaba la repercusión?
Para mí es un momento único, diferente y un momento inolvidable porque recuerdo que cuando era pequeñita veía en los medios de comunicación a grandes deportistas que se retiraban y pensaba: 'Ojalá yo algún día me pueda retirar así, como una grande'. Estaba en se momento y se cumplió uno de mis sueños. Cuando terminé de leer la carta me cambió la carta, ya relajada y tranquila. Hay mucha repercusión en Mallorca, ha sido un poco bombazo por la cercanía de los Juegos Olímpicos.
¿Han influido las lesiones?
No. Soy una persona que me muevo por sentimientos, por motivación, porque me hace feliz lo que practico. La pregunta que me hice algunos meses fue: '¿De verdad que te merece la pena?, ¿de verdad te merece la pena luchar por una posible medalla olímpica?'. Y cuando ya te planteas esa pregunta una vez, otra vez y otra vez después de cada campeonato quiere decir que tu mente no está bien y por lo tanto es mejor una retirada a tiempo.
En agosto aseguró que el taekwondo actual le aburre.
Ya me encontraba en esa situación. Que no me divierte como antes es verdad, es un taekwondo diferente, en el que hay campeonatos que según qué persona te toque hace un taekwondo muy feo y me aburre. De algunos campeonatos he salido muy aburrida y muy cansada pero es porque mi mente estaba ya negativa. Desde junio ya me lo estaba planteando. No estaba igual, estaba sufriendo, no recuperaba igual, mi marido (y entrenador) me veía que estaba muy agotada, que el día a día se me estaba haciendo muy duro, cada campeonato veía que no era yo, que cada vez que salía de un combate veía que estaba sufriendo. Notaba calambres en el cuerpo, terminaba el campeonato y tenía fiebre. Mi marido lo ha vivido y me ha apoyado.
¿Han pesado los años?
Claro. Mi cuerpo me decía 'baja', pero mi mente me decía 'lo vamos a intentar, a ver si cambiando el ritmo de entrenamiento, cambiando un poco en los combates con ritmo más suave por si mi cuerpo podía aguantar ese ritmo'... pero no. He hecho lo imposible para estar bien e intentar llegar a Río, pero ni aun así mi cuerpo se sentía bien. Estaba siempre agotada y hay que saber escuchar al cuerpo y llevaba tiempo que me decía: 'Brigitte, basta, basta, basta'. Llevo 18 años en la alta competición con el equipo nacional, haciendo miles de concentraciones. Nunca imaginaba que con 34 años estuviese tirando patadas. Me decía que con 25 ó 26 años estaría casada y con hijos y he llegado a más de lo que hubiese pensado. Es duro asumirlo y escuchar a tu cuerpo, pero al final no puedo más. Mi mente no estaba bien y era mejor decirlo ahora porque el equipo nacional tiene que decir un componente femenino en una de las categorías para el preolímpico. Contaban conmigo, creía que debía decírselo ahora para que buscasen una alternativa.
¿Puede señalar alguna sucesora?
No sé. Es difícil decir ahora quién puede ir. Sé que los entrenadores pensaban en mí por lo que me han dicho. Al principio dijeron que me entendían pero que por otra parte les había hecho una faena porque creían que yo podía ir a Río y posiblemente conseguir una medalla. Igualmente me han apoyado y reconocido todos los años que llevo luchando por España.
Lo primero que dijo su madre después de su anuncio fue que ya tocaba tener un nieto...
Ella lo está deseando. Yo después de Londres lo estuve buscando durante un año y medio. Siempre he querido ser mamá y ahora que me retiro estoy más tranquila, pues sí... Si puede ser ya...
¿Se ha terminado el taekwondo para Brigitte Yagüe?
No. Imposible para mí (sonríe). Se ha terminado competir. Siempre va a formar parte de mi vida, tengo un gimnasio desde hace año y medio, tengo la ilusión puesta en que mis alumnos puedan quizás algún día alcanzar algo de lo que he alcanzado yo y siempre va ser algo que forme parte de mí porque tengo la ilusión y las ganas de enseñar todo lo que he aprendido.
Una vez retirada, ¿piensa sacar entradas para ver las competiciones en Brasil?
No sé que voy a hacer. Es verdad que mi gimnasio y mi marido está luchando con un equipo que quiere ir a Río y depende de cuánta gente se clasifique pueda ir a ayudarlos e intentar que consigan algo que yo conseguí hace cuatro. Seguro que me va a hacer más ilusión que ellos consigan una medalla que conseguirla yo.
A lo mejor le entra nostalgia cuando les vea 'in situ' y no pueda participar...
(Ríe). En el último campeonato en que decidí que me retiraba hubo un punto de inflexión. Al día siguiente de competir una de las chicas que entrena conmigo estaba compitiendo, la estaba ayudando y me vi que estaba mucho más motivada el día que competía ella que el día que yo competía. Me vi en ese punto que me motiva más enseñar y hacer que otra personas consiga los objetivos, que conseguirlos yo.
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