yague, en Londres 2012.
Polideportivo

La reina del taekwondo se retira para ser feliz

Brigitte Yague, tricampeona del mundo y medallista olímpica, se despide del deporte profesional entre lágrimas y sin motivación

Javier Bragado

Martes, 20 de octubre 2015, 19:31

Brigitte Yague (Palma de Mallorca, 1981) ya no era feliz en el tatami. Ella, que había superado varias crisis en forma de contratiempos, acudía a los últimos combates con la perspectiva de una rutina y ni siquiera el objetivo de acudir a los Juegos Olímpicos ... de 2016 parecía un estimulante suficiente. «Hoy no ha sido un gran día. Mis sensaciones no fueron nada buenas y caigo en primera ronda. Me aburro con este taekwondo. Esa es mi conclusión», reconocía en agosto después de pelear en Moscú en uno de los eventos que suman puntos en la clasificación olímpica.

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El sentimiento fue carcomiendo por dentro a la tricampeona mundial hasta que anunció su despedida a menos de diez meses para Río. «Hace unos meses me di cuenta de que ya no era la misma en los combates. Ganaba pero seguía sin estar ilusionada y empecé a meditar la posibilidad de retirarme, aunque quería estar segura del paso que iba a dar. Ahora siento que me quitado un peso de encima», anunció en un hotel de su ciudad con las mejillas húmedas por las numerosas lágrimas. «Si voy a unos Juegos es para luchar por una medalla y mi motivación y mi cabeza no estaban para luchar», reconoció quien abandona en la décima posición del ránking, la última con acceso al preolímpico de clasificación. «El día a día era muy duro para ella. No dormía bien. Ha sido una liberación», precisó Juan Antonio Ramos, su marido y entrenador. «Mi no participación en (el torneo de) Mánchester no fue por una lesión sino porque había tomado esta decisión. Ha sido difícil de tomar porque amo este deporte», logró explicar entre lloros. «He estado con muchos mareos, con mucha presión antes de anunciarlo», reconoció.

La carrera de Yague ha sido una sucesión de obstáculos. Meses antes de competir en los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008 se lesionó, tuvo que renunciar y se planteó por primera vez su retirada. Aprendió de su pareja, el campeón del mundo que perdió la pelea sin revancha por el bronce olímpico en aquel torneo. «La vida es una mierda», aseguró el taekwondista que no volvería al alto nivel y que ya entonces recordó sus quejas con los jueces de su hoy pareja en Atenas 2004. Yague no abandonó y fruto de su tesón se colgó una plata en Londres 2012 con una inolvidable remontada en semifinales para añadir a sus seis preseas mundiales. «Todas estas medallas han superado con creces lo soñado. Hasta me llaman la reina del taekwondo», presumió con la única sonrisa de su acto de despedida.

Durante el último ciclo las lesiones volvieron a reducir su ritmo. Una placa con seis tornillos en la mano quedó como recuerdo de su última intervención, mientras que su inicio en la carrera olímpica para 2016 se frenó con derrotas y una desilusionante segunda ronda que le impidió alcanzar su objetivo se la histórica suma de siete medallas mundiales.

La nueva vida de la deportista balear después de 21 años de taekwondo pasará por el gimnasio que comparte con su marido en Palma de Mallorca y por un futuro hijo. «Hoy es un día triste, pero a la vez alegre porque para mí empieza una nueva vida», esgrimió para poder pasar página la ahora estudiante de Psicología en la UCAM, que avanzó que se reconciliará con «la felicidad». La deportista más laureada -campeona del mundo júnior, tres medallas de oro mundiales, cuatro de Europa y nueve de España- se despide. Ha izado la bandera blanca porque la reina del taekwondo ha dicho adiós con una lección que aprendió en el tatami: «Me ha enseñado a ganar y perder. Yo no sabía perder». El deporte coreano le ha servido para aceptar que las lesiones y la desmotivación han sido más fuertes, pero es su hora para aprender a ser feliz sin golpear a una adversaria.

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