Javier Bragado
Viernes, 20 de febrero 2015, 19:13
El 9 de julio Nicolás García Hemme voló. Sólo un instante bastó para que su cuerpo abandonara la motocicleta que pilotaba y se depositara en el suelo con graves e inesperados daños. Consciente, con cada respiración y con cada parpadeo observó desde la inesperada zona ... de aterrizaje que la vida escapaba de su control. Un subcampeón olímpico acostumbrado a recibir golpes de manera cotidiana se sintió vulnerable como nunca en un día de previsible felicidad: su vuelta al tatami después de operarse tobillo y hombro se había programado para tres días después. Sin embargo, aquel segundo cambió su futuro.
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Ante el abismo Nico García optó por la prudencia y entendió que comenzaba una segunda vida. «En el hospital hubo muchos días de incertidumbre. Tu familia sólo puede entrar media hora y es mucho tiempo para pensar. Te planteas: ¿Y si no puedo volver a competir? ¿qué haría? Puedes hacerlo como si se acabara una vida pero yo, por suerte, tengo unos estudios que estoy acabando, estoy trabajando y eso me permite también una visión de futuro», relata con la misma naturalidad que describe las anteriores intervenciones quirúrgicas a consecuencia de practicar taekwondo. No es un gato con siete vidas, pero subraya a todo el mundo con una sonrisa que ahora va a celebrar dos cumpleaños: el de su nacimiento y el de su accidente de moto.
La recuperación
El primer obstáculo de su recuperación fue la gran incógnita. «El problema de esto es que no sabía si realmente iba a poder volver, si cuándo, dónde o en qué condiciones», explica más de medio año después del fatídico día. Le faltaban menos de una decena de asignaturas para coronar los estudios de Arquitectura y trabaja en el apartado económico de la Liga de Fútbol Profesional. Durante los primeros cuarenta días regresó con su familia para recibir los cuidados en el verano en Canarias más tiempo que en sus eventuales regresos durante los últimos diez años. ¿Por qué volver a competir? ¿Por qué no abandonar el deporte de élite como subcampeón olímpico y dos medallas mundiales? «Tengo mucha suerte, nadie me ha obligado a seguir, ni mi familia, ni el entrenador, ni la federación. Tú, tú y solamente tú eres el que toma la decisión. Desde los 4 añitos que llevo haciendo taekwondo es algo que me acompaña. De repente quedarme sin eso habría sido algo.... Habría tenido que encontrar otra actividad deportiva suplementaria», señala quien se enamoró del combate coreano cuando empezó a pelear con su hermano. Es más, las patadas y los maniobras nunca desaparecieron de su mente. Nico García revela que la obligación de pasarse horas tumbado en la cama fue aprovechada para repasar estrategias, errores, aciertos y escudriñar a rivales pasados.
Así, Pilates, entrenamientos en solitario y una rehabilitación minuciosa le acompañaron tres meses que ahora le recuerdan las dorsales en cada giro. «El problema es no había nada que me doliera y yo no sabía dónde estaba el límite», reconoce quien a los cinco días caminaba por la habitación con un corsé sin esperar a las dos semanas previstas de reposo en la cama. Durante noventa días se probó y entrenó en una particular burbuja porque sus compañeros no podían golpearle en sus maltrechas costillas. «Lo que sí que cuesta mucho es que todo el mundo te pregunta y tú no puedes ser un antipático, pero hace que te estés continuamente recordando la lesión y eso no es fácil», confiesa quien recibió un empujón con los múltiples mensajes de ánimo de los aficionados.
Fuera de la pista, su entrenador Marco Carreira suministró confianza, paciencia y comprensión ante una recuperación sin plazos. «Fue importante porque me fue frenando», dice el presuroso canario. El fisioterapeuta de la Federación de Taekwondo colaboró para que la cadera no protestara en el retorno y un profesional del Centro Superior de Deportes (CSD) le aleccionó para evitara fustigarse por lo ocurrido y se concediera un tiempo sin ahogos. «Es lo que ha pasado, no hay culpables. La suerte de tener un psicólogo deportivo es que centras bien. Lo importante es no fijarte plazos hasta que el cuerpo responde», repite como consignas. «El primer día que vuelves a entrenar das gracias porque podían haber pasado cosas mucho peores. No es sólo que pudiera no hacer deporte, es que podía haberme quedado ahí o no volver a caminar. Hay que dar las gracias y valorarlo. Ahora cuando en los entrenamientos hay una situación complicada la desdramatizas mucho más. Te dices: Joder chaval, que tienes suerte de estar aquí entrenando», comenta entre risas quien ahora es una de las señas de identidad del CSD.
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Regreso en Alejandría
Su primera competición está prevista para este fin de semana en Alejandría (Egipto), donde antes de acercarse al tatami repasará el trayecto largo y estimulante. «Siento curiosidad por ver cómo me voy a sentir en un ambiente de competición. Tengo ganas, pero hay que saber gestionarlas porque si no... uno corre mucho y se queda en el camino», analiza quien compite en la categoría de menos de 80 kilos en una modalidad que le obligó a mudarse desde las Islas Afortunadas hasta Madrid para convertirse en deportista de élite con 16 años. En el horizonte observa unos nuevos Juegos Olímpicos aunque con una mayor dificultad. La clasificación puntúa desde septiembre de 2012 y debido a las lesiones y al accidente Nico García ha descendido más de 20 puestos por lo que deberá superar fases previas en los torneos para lograr la plaza olímpica. «Ahora no hay presión ninguna, tengo pocos puntos, estoy fuera del circuito prácticamente y la gente hace mucho que no me ve. Ahora es lo guay. Lo complicado es cuando estás arriba en el ranking porque todo el mundo va a por ti, todo el mundo te estudia y en cada campeonato es un follón porque te cambian todo», analiza en otra nueva vuelta de tuerca a su manera de afrontar la realidad. Serán 16 meses en los que se superpondrán dos ritmos: el de la pasión y el de la razón.
¿Le permitirá relajarse su segunda vida? «Sé que tengo que exigirme más porque he perdido tiempo y tengo que recuperarlo. No partimos de cero porque hay experiencia pero físicamente tenía que bajar de peso, ponerme al ritmo del resto y eso se nota», explica el más destacado exponente de los once años del taekwondo en el Centro de Rendimiento de Madrid. La presencia en Brasil se antoja «un sueño», aunque nunca una obligación para alguien que disfruta de una nueva vida sin decepciones: «Hay gente que lo deja, que de repente vuelve o que da tumbos durante un tiempo porque no acaba de encontrarse. Si no me clasifico para Río lo que he hecho en mi vida deportiva me bastaría porque lo he intentado. El problema de esto es que no hubiera podido ni intentarlo y eso ya no es lo mismo».
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