Ignacio López, en la grada desde la que saltó para ayudar al guardameta lesionado.

Un ángel de la guarda en la grada

Ignacio López salvó la vida al portero del Tierras de Murillo juvenil tras sufrir éste un fortísimo traumatismo

Víctor Soto

Jueves, 13 de noviembre 2014, 09:47

Hace 17 años, Ignacio López Caubilla era voluntario de Cruz Roja. Allí aprendió primeros auxilios y maniobras básicas de reanimación. Por esas fechas venía al mundo David Blas, que poco podía saber qué importante iban a ser para él esos cursillos sanitarios.

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El sábado, el ... Fuenmayor juvenil de fútbol sala, equipo del que es directivo Ignacio, recibía al Tierras de Murillo, donde juega como portero David. Un golpe del meta con un compañero le dejó inconsciente, empezó a convulsionar y se quedó sin respiración. Nadie sabía qué hacer cuando Ignacio saltó desde la grada y consiguió alejar a la sombra de la tragedia. «David estaba poniéndose morado, tenía la mandíbula muy rígida y, como pude, le abrí la boca para sacarle la lengua», explica Ignacio López. El responsable del Fuenmayor intentó colocarle la cánula de Guedel en la boca, un instrumento que mantiene abierta la vía aérea y permite la respiración. «Era imposible ponérsela y empecé con el boca a boca porque se había quedado sin oxígeno», recuerda.

Los compañeros y los rivales de David, en corro, no paraban de llorar. Mientras, Ignacio, secundado por el entrenador del Murillo, seguía con la reanimación. «Soy una persona muy nerviosa en el día a día, pero en estas situaciones me sale la calma», indica Ignacio, cuyo trabajo nada tiene que ver con la sanidad pero en cuyo árbol genealógico destacan su abuelo Lucas Rubio, practicante de Fuenmayor, y varios tíos sanitarios.

Con la ambulancia ya en camino, Ignacio por fin sintió el aliento del portero. «Pensé: 'Esto va a empezar a funcionar'», recuerda. Entonces llegó la gran noticia. «Les dije a todos que David estaba respirando y empezaron a aplaudir y animarle», añade. El portero, aún semiinconsciente, murmuraba y hablaba de goles. «Él creía que seguía jugando e intentaba moverse, pero lo teníamos en posición lateral de seguridad cuando llegó la UVI medicalizada», indica.

La presencia de la ambulancia fue rapidísima («llegó en ocho o nueve minutos, escoltada por la Guardia Civil», indica) y su trabajo, «sensacional», según Ignacio. «Hay que agradecerles su labor porque no suele ser reconocido», reivindica. Finalmente, David Blas fue trasladado al Hospital San Pedro, donde continúa recuperándose.

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Conocimientos básicos

La tragedia se convirtió, de esta manera, en sólo un susto. Pero, si no hubiese estado este improvisado salvador en el frontón de Fuenmayor, ¿qué hubiera sucedido? Ignacio López reconoce que la Comunidad Autónoma está sensibilizada con el tema, pero que falta mucho para que el mensaje cale. «En los clubes somos un poco comodones y muchas veces pensamos que nunca nos va a pasar nada. Estas situaciones nos tienen que hacer reflexionar», analiza. «Tres minutos pueden resultar vitales. Debemos mentalizarnos para llevar botiquines completos, algo que en Fuenmayor siempre hacemos, pero también debemos asegurarnos de saber cómo utilizarlos», insiste.

La historia, en esta ocasión, ha terminado bien, algo que a Ignacio le enorgullece. «Pero yo no soy ningún héroe. Me ha tocado a mí, pero podía haber sido cualquier otro. Ahora, que David mejore y que vuelva pronto al fútbol, porque aún tiene que dar mucha guerra», concluye.

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