El día de las medallas familiares

«Óyeme, llévame en bicicleta», se leía en un cartel que sostenía un niño en el lugar en primera fila del público que es esperaba a los deportistas en el aeropuerto de Barajas este martes. El chaval era el hijo de Carlos Coloma, el riojano que se colgó la última de las 17 medallas españolas en Brasil, con una broma en alusión a la canción de Shakira. Junto a él, otro 'seguidor' con el mismo bigote 'mexicano' de las grandes citas del ciclista aguardaba con otro mensaje escrito: «La Rioja te quiere». Poco tardó en emocionarse el de Albelda de Iregua.

Bandera de la Policía

Sin embargo, el primero en recibir los aplausos fue Saúl Craviotto. Contó con la ayuda de sus compañeros policías, quienes salieron a su encuentro para fotografiarse con él y aligerar el paso por el control de pasaportes. El catalán, siempre agradecido con la ayuda desde su trabajo, salió con la bandera del Cuerpo Nacional de Policía antes de atender a los medios. «Estoy muy satisfecho porque son muchos años de sacrificio que la gente no ve. La gente solo ve los 32 segundos que dura la prueba, pero detrás hay muchísimas horas de trabajo, muchísimos palos y sufrimiento», reivindicó antes de adelantar el mismo mensaje que sus compañeros tras más de 10 horas de viaje y los esfuerzos de la villa olímpica: «Ahora tengo ganas de descansar, de no ver una piragua en dos meses. Necesito desconectar y luego ya veremos si voy a Tokio. Quedan cuatro años, me cuesta pensar en qué pasará en ese tiempo. Pero soy joven y ya veremos». Con sus dos medallas habló con los medios de comunicación y se fotografió con quien se lo pidió antes de marchar en búsqueda de la tranquilidad a Gijón con su mujer y su hija Valentina.

«Estamos cansados del viaje, pero sobre todo contentos de estar ya en España otra vez, en nuestra tierra y arropada de esta maravillosa gente. Todavía no me creo que sea campeona olímpica. Yo creo que hasta el día que no me retire y sea consciente de toda mi carrera deportiva no podré creérmelo», comentó Carolina Marín, oro en bádminton que estuvo acompañada por sus padres y su novio en Brasil. Junto a ella, las jóvenes gimnastas eran de las más aclamadas. Muchos seguidores de la rítmica, especialmente practicantes, se trasladaron con una gran pancarta para la recepción del 'Equipaso' -así se conoce coloquialmente al grupo que se colgó una plata en Río-. Una de ellas, Lourdes Mohedano pudo agradecer el anuncio de que el pabellón municipal de su localidad natal, Peñarroya-Pueblonuevo, tendrá su nombre. La solista Carolina Rodríguez ya había hecho buenas migas con Jordi Xammar, Iago López e Iván Pastor, quienes en el aeropuerto de Río se apropiaron de su aro para una exhibición más bromista que cuando están en el campo de regatas. En Madrid, la gimnasta disfrutó de un avance lo que le esperaba en León, donde vive y entrena. «Es lo bonito del deporte, este baño de masas. Ha salido bastante bien para los españoles. Es un reconocimiento a nuestra trayectoria deportiva que normalmente no se hace y unos Juegos Olímpicos son algo tan grandes que al final la gente se da cuenta», recordó la deportista que anunció su retirada para Río 2016.

Pero quien más arropada estuvo fue Eva Calvo, la debutante que fue subcampeona en Brasil. Desde el club de taekwondo de Leganés, el Emilio Sánchez Elez, se desplazaron muchos jóvenes hasta el aeropuerto. «El mejor momento de estos días. Porque las raíces nunca se olvidan... llegar a Madrid y ver a todos mis chicos... no se puede expresar con palabras. Creo que puedo ser la envidia de cualquier deportista, ¡tengo los mejores compañeros del mundo! Parte de esta medalla es vuestra, Gracias equipo», escribió en Instagram la madrileña mientras posaba con todos los aficionados a su espalda y un puesto preferencial para su hermana, también taekwondista, que se había quedado a un paso de clasificarse para los Juegos Olímpicos.

La estrella invitada a la fiesta fue Ruth Beitia, la primera campeona española olímpica de salto de altura. Como muchos otros deportistas llegó hasta Madrid para después subirse de nuevo a otro avión (como Mireia Belmonte, quien lo primero que hizo al llegar a Badalona fue colgar su oro a su sobrina y compartir su fotografía en Twitter). En su escala antes de viajar a Santander, Beitia aprovechó para mezclarse con los aficionados. Ella, que siempre se presta con gusto para las fotografías y autógrafos en cualquier reunión de atletismo se repartió entre los aficionados que vitorearon su nombre. Por entonces ya había podido tomarse una cerveza con su avanzadilla en Brasil y le esperaba una tarde con sus paisanos y con aquellos que le iban a dar una nueva medalla, la familiar. También en eso la cántabra podía presumir, pues tiene cuatro hermanos. Más calor, imposible.