Sagan vuelve a sus orígenes

Ocho años después será uno de los principales reclamos, por no decir el que más, de la prueba de mountain-bike. Quizás no para tener opciones de medalla, porque entre los grandes favoritos se encuentran el francés Julien Absalon (oro en Atenas 2004 y Pekín 2008 y número uno del ranking), el suizo Nino Schurter (plata en Londres 2012 y campeón mundial) o el checo Jaroslav Kulhavy, campeón en los pasados Juegos. Sin embargo, sí para dar espectáculo, porque al valiente Sagan, el peor clasificado del medio centenar de corredores (900 del ranking de la UCI en mountain-bike), siempre le gusta disfrutar y hacer disfrutar. Dentro y fuera de competición.

Sagan decidió particiar en enero en ciclismo de montaña en los Juegos Olímpicos de Río, antes de empezar a protagonizar un año extraordinario, con triunfos en la Vuelta a Flandes y la Gante-Wevelgem, además de sus victorias de etapa y el premio por puntos y de la combatividad en un Tour de Francia al que honra con su atrevimiento y sacrifio. No hace falta que Sagan no haya ganado nunca la ronda gala para ser reconocido como uno de los mejores ciclistas del planeta y, aunque admite que «el mountain-bike es algo diferente», está convencido de que «será divertido», que es lo que realmente a él le importa.

«No espero nada. No he corrido mountain-bike en siete años y desde entonces han cambiado muchas cosas», recuerda el eslovaco, que se ha planteado esta carrera olímpica como un reto exclusivamente personal. «Quiero intentarlo», sentencia Sagan, quien también advierte: «Técnicamente no soy malo. No estoy aquí para perder». Pese a todo lo que rodea a su participación, no se siente presionado. Sólo desea ser feliz sobre la bicicleta y pasárselo en grande a lo largo del recorrido, que afrontará desde la séptima y última línea. Desde la primera saldrán los españoles David Valero (9 del ranking) y Carlos Coloma (12), mientras que José Antonio Hermida (24), lo hará desde la segunda.