Saul Craviotto (d) y Cristian Toro, en plena competición.
Opinión

A 151 paladas por minuto

@Martí Perarnau es periodista, fue atleta olímpico y director de comunicación de Barcelona 1992

Martí perarnau

Jueves, 18 de agosto 2016, 21:20

Saúl Craviotto lleva veintiún años montado sobre una piragua y pretende seguir otros cuatro más. Su vida diaria se resume en tres sesiones de entrenamiento, dos en el agua y una en gimnasio, donde fortalece el tren superior y el tronco. El volumen de agua ... que mueve en un día es el equivalente a 30 toneladas, por lo que no debe extrañarnos que necesite ingerir 5000 calorías por jornada. Los domingos descansa. Desde hace nueve años, el horizonte que ven sus ojos se limita a las aguas del embalse asturiano de Trasona, y lo que escuchan sus oídos es el rítmico top-top-top con que Miguel García le anima desde la orilla. Miguel es su entrenador y tiene anotados los tiempos que Saúl ha empleado en recorrer miles de series de 100, 200 y 500 metros (con el pulso promediando 170, cuando en reposo no supera las 40 pulsaciones); y también los que tardó en cubrir innumerables kilómetros con los brazos bloqueados por el ácido láctico. Salvo dos días por semana, durante las tardes añade carreras por el bosque y en bicicleta como medida de fortalecimiento de las piernas. La vida de un deportista de élite no es divertida.

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En verano de 2012 Craviotto ya tenía las ideas muy claras. Acababa de ganar la plata en Londres en el estreno olímpico del K1 200, una prueba explosiva y apasionante donde se castiga el menor error, pero ya tenía el plan diseñado para llegar al 18 de agosto de 2016 en óptimas condiciones: «Lo único que tengo en la cabeza es llegar al 100% a Rio-16 así que toda la planificación y preparación de estos cuatro años irán enfocadas a ello». Ha sido impecablemente puntual: su momento de forma en Rio ha sido óptimo y contundente. Acompañado por el joven Cristian Toro ha arrancado en la final con su tradicional «salida lenta» -en un fenómeno comparable al de Bolt-, pero a los cincuenta metros su frecuencia ha subido a 151,5 paladas por minuto, lo que ha resultado imbatible. La pareja ha cubierto los primeros cien metros en 16.5 y los segundos en 15.3 (tiempo manual), alcanzando su máxima velocidad entre los 80 y los 120 metros cuando han movido los 206 kilos que pesaba la embarcación y sus tripulantes a una velocidad pasmosa: 24,82 kilómetros/hora. Sobre el agua

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