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Amador Gómez
Jueves, 18 de agosto 2016, 02:53
Joel González es frío, amante del ajedrez y campeón olímpico. Todas esas características le permitieron colgarse un bronce olímpico, una medalla en su salto al más difícil todavía, ya que tuvo que cambiar de categoría en mitad del ciclo olímpico con diez kilogramos más para ... enfrentar a unos rivales desconocidos. Por un lado pudo dejar sus ayunos de días antes -incluso de agua- que angustiaban a su pareja, la marchadora July Takacs, y por el otro, sorprender a los que ya se encontraban entre los combatientes de hasta 68 kilogramos.
El ajedrez le sirvió para ganar el bronce al venezolano Edgar Contreras, porque el sudamericano apostó por dormir el combate, por enfriar hasta intentar que perdiera la concentración su rival. Pasaron los minutos y ninguno de los dos puntuó, pero Joel González no perdió el foco en ningún momento. Por eso pudo desnivelar hasta el 4-1 en el último período y aguntar aunque su adversario se lanzó hasta el 4-3.
La frialdad también resultó clave, porque la derrota en semifinales ante una avasallador Ahmad Abughaush le arrolló 12-7 y le tocó el alma. El español abandonó el tatami afectado por quedarse a un paso de la final, pero su carácter le permitió recuperar la moral. A la lucha por el tercer puesto se presentó un Joel González nuevo, limpio de malos pensamientos y remordimientos.
Lo de ser campeón olímpico le sirvió para valorar lo que es una medalla. El bronce conquistado le encumbra en el taekwondo español y le sitúa entre los mejores porque nadie le puede igualar por el momento. No es un oro, pero es gloria olímpica.
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