Orlando Ortega celebra su segundo puesto.
Opinión

El valor de la técnica

@Martí Perarnau es periodista, fue atleta olímpico y director de comunicación de Barcelona 1992

Martí Perarnau

Miércoles, 17 de agosto 2016, 22:42

El atletismo está revestido de preponderancia física y a menudo tendemos a observarlo solo bajo este prisma. Si acaso, le añadimos la perspectiva anímica al valorar atributos como la ambición, el coraje y la lucha. Pero la técnica es un componente decisivo en el rendimiento ... del atleta (y del nadador, el haltera o el gimnasta). La buena o mala técnica puede marcar grandes diferencias, aunque siempre hay excepciones como tantos fondistas kenianos de 3000 obstáculos, prodigiosos corriendo pero muy deficientes saltando. En lanzamientos y saltos, la técnica es un factor clave.

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El 110 vallas es una prueba compleja porque confluyen conceptos puramente físicos como la velocidad del atleta y, sobre todo, su capacidad de tener una alta frecuencia de zancada entre vallas, con otros dos muy distintos: la necesidad de una técnica depurada y el control de los riesgos. El 110 vallas es un deporte de riesgo. Lo habitual es chocar y derribar vallas, golpearse con un contrincante (no necesariamente de forma voluntaria), tropezar y caerse. La foto final de una carrera de 110 se asemeja a un campo de batalla. Y como resulta obvio, no siempre vence el más rápido o el más técnico. A veces lo hace quien diseña una mejor estrategia de carrera.

En el éxito de Orlando Ortega se dan cita dos de estos factores. No era el más rápido de la final, dado que McLeod le supera con cierta amplitud e incluso los dos franceses pueden ser considerados más veloces desde el punto de vista rítmico. Pero Orlando es insuperable en calidad técnica y estrategia de carrera. Aunque a simple vista salió mal no fue así: salió como había previsto, de forma moderada, evitando uno de los grandes riesgos (la primera valla tras siete zancadas), y optó por incrementar paulatinamente su cadencia rítmica en la confianza de que los rivales -que arriesgaron mucho más- chocarían con dificultades. En concreto, ambos franceses chocaron contra varias vallas, en especial Bascou. El estadounidense Ash, que iba tercero, tropezó en el décimo obstáculo y terminó último. McLeod, que corre a cara o cruz, estuvo más fino de lo habitual sobre las vallas y resultó imbatible, pero el resto fue víctima del plan preconcebido por los Ortega (padre e hijo) de correr en progresión, moderado al principio y desatado al final, pero dando prioridad absoluta a la técnica por encima del físico. Ganó la plata con el cerebro.

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