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El medallista de oro español, feliz junto a su novia tras ganar de forma espectacular la prueba de K1 1000. :: LAVANDEIRA JR / efe
Y de repente apareció Marcus Cooper
JUEGOS OLÍMPICOS

Y de repente apareció Marcus Cooper

LAURA MARTA

Miércoles, 17 de agosto 2016, 00:43

Si Fiona Walz hubiera sabido lo que lograría su hijo en Río 2016 hubiera aterrizado antes en Mallorca, pero se instaló definitivamente cuando Marcus Cooper tenía tres meses. El piragüista nació en Óxford por casualidad, pero siempre ha competido por España y por ella ha sumado un oro olímpico al medallero. «Soy de corazón español».

Y de profesión, campeón olímpico de K1 1000, contra todo pronóstico. Hasta 2015 no obtuvo la nacionalidad española, imprescindible para competir en unos Juegos, y hasta mitad de mayo no logró el billete para Río. Ni siquiera pensaba en esta cita y sí en prepararse para Tokio 2020. Pero decidió intentarlo, luchar por estar entre los mejores. «Y vaya si ha salido bien. No me lo esperaba. Ha sido una pasada». Tampoco se lo esperaban sus entrenadores y quienes lo han acompañado hasta aquí.

Había tenindo una temporada anterior muy mala en cuestión mental y en resultados. «Fui arrastrando esa mala sensación sobre todo psicológica y al final acabé tirando la temporada, me dediqué solo la distancia de 500 metros que no es olímpico. Este año cambié. Me dije: estoy abajo del todo y ya no puedes bajar más, intentalo por lo menos, todavía es año olímpico, tienes posibilidades... y mira nada menos que medalla olímpica», afirmaba Walz con una sonrisa.

«Corre de una manera tan inteligente con la edad que tiene, nos ha dejado a todos sorprendidos, y a todos sus competidores de la talla de campeones olímpicos y del mundo. Está dentro del grupo de 1000 metros con Luis Brasero y es el benjamín, el polluelo del equipo. Todo el equipo estará en la gloria, porque han visto crecer a este joven hasta convertirse en campeón olímpico», indica Narciso Suárez, responsable de las categorías inferiores de la Real Federación de Piragüismo.

Todavía le temblaban las manos de la emoción de la carrera. Una atípica para el piragüismo, como es la edad en la que Cooper se ha proclamado campeón del mundo. Pasó segundo los primeros 250 metros, pero pareció dejarse llevar por los nervios a partir de ahí, cuando sus rivales comenzaron a superarlo. Fue quinto en la tercera posta, los 750 metros. Y entonces la explosión, un sprint final para la historia del deporte que lo encumbró a los 21 años, cuando ni él se lo esperaba.

«Me he dado cuenta de que podía ganar cuando he entrenado en meta. Normalmente en el medio los rivales siempre se me van demasiado y luego me cuesta. Pero estaba ahí con ellos y luego he empezado a subir y vaya que sí. No he mirado a los lados, solo me fijaba en los dos cubiletes y cuando he pasado he mirado y he dicho: 'Ostras lo que he hecho'», explicaba el piragüista.

«El abrazo más grande»

Están acostumbrados a su forma de correr, pero todavía le temblaban las manos de la emoción de la carrera y del premio posterior a Suárez, perlado su rostro de gotas de sudor y lágrimas. Se fundió en un abrazo con Juan de Salabert, de la Federación balear que ha visto crecer a Cooper, y que no podía dejar de llorar. Tampoco su madre, bandera española al cuello, podía dejar de temblar.

«No me ha dicho nada mi madre, pero me ha dado el abrazo más grande que me ha dado nunca. La he visto superemocionada. Ella siempre está dentro de la piragua conmigo y la he visto igual o más de contenta que yo», decía el protagonista d ella hazaña, el más tranquilo del día, al que solo se le notaba el nerviosismo por las sonrisas que regalaba. «Es que es un tipo muy tranquilo», explicaba Suárez.

El año pasado no consiguió la plaza olímpica. Por su juventud, los 500 es una prueba más adecuada. «Desde hace dos años hasta hoy ha sido espectacular, y solo lo puede conseguir un gran talento. No lo puede hacer la mayoría de los mortales». Lo ha hecho Marcus Cooper Walz. Aunque en los rótulos solo era Marcus Walz. ¿Cómo es? «Mi nombre es Marcus Cooper y Walz, mi apellido, pero todos en el mundo del piragüismo me llaman Cooper. Pero... llamadme como queráis», se reía. Por ejemplo, oro olímpico.

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