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Martí Perarnau
Martes, 16 de agosto 2016, 23:10
Los Juegos extraen lo mejor y lo peor de cada cual. Hemos visto en los 5000 metros una muestra de lo mejor: la estadounidense DAgostino se ha caído y ha arrastrado a la neozelandesa Hamblin. De inmediato se ha parado a atenderla, ponerla en pie ... y animarla a seguir. En este punto, la americana ha comprobado que tenía lesionada la rodilla y apenas podía moverse, pero tampoco se ha quedado sola: su compañera de adversidad le ha ayudado a ponerse en pie y proseguir. Ambas han perdido minuto y medio en la operación, pero han ganado la admiración de cualquiera que vea el deporte como una actividad que va más allá de la victoria a cualquier precio. Justo lo opuesto de lo que hizo la torcida brasileña en el salto con pértiga, abucheando y pitando al francés Lavillenie o en la gimnasia contra cualquier rival. La falta de cultura deportiva es universal y no parece tener cura, y no cabe culpar al fútbol de esta futbolización entendida como cretinez supina.
Intentaré aportar algo de luz sobre lo ocurrido en la final de 400 lisos, ganada por la bahameña Miller. El acoso final de Allyson Felix coincidió con el hundimiento de Miller, que se lanzó sobre la línea de meta. Le falló su último apoyo, fruto del agotamiento, y cruzó la meta casi como si se hubiera lanzado a la piscina. Esto es perfectamente legal en atletismo. Es legal, es costumbre y es lógico. En su legítimo deseo de vencer, todo atleta se lanza sobre la línea. En el siglo pasado, se lanzaban sobre la cinta de lana situada al final de la carrera. Charlie Paddock ganó el oro olímpico de 100 metros en 1920 prácticamente con un salto de longitud. El entrenador de Harold Abrahams, el puntilloso Sam Mussabini, perfeccionó la llegada de su pupilo, que aprendió a lanzarse sin saltar (el vuelo te hace perder tiempo) y batió a Paddock en la meta de París-24. El alemán Kaufmann se lanzó en plancha sobre la cinta de lana en los 400 de Roma-60 para igualar el 44.9 de Otis Davis, aunque fue plata. En Múnich-72, el soviético Arzhanov hizo algo similar para acercarse al americano Wottle (el que corría con gorra), pero perdió por tres centésimas. La historia del atletismo está repleta de casos como el de la bahameña Shaunae Miller. Tirarse en plancha es una parte más de la carrera.
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