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jon aguiriano
Jueves, 28 de junio 2018, 11:29
Tampoco será en Río y quién sabe si volverá a tener una nueva oportunidad. Ander Elosegi quería desquitarse ayer de sus cuartos puestos en los Juegos de Pekín y de Londres. Buscaba esa medalla olímpica que en dos ocasiones se le había quedado tan cerca, ... a unas pocas décimas. Y falló. En el momento decisivo, tras firmar el segundo mejor tiempo en las semifinales y disparar el optimismo en torno a sus opciones de podio, el canoísta de Irún no estuvo a la altura del reto y acabó octavo tras una tanda final decepcionante; al menos para las grandes esperanzas que había depositado en ella.
Lo cierto es que la medalla no estaba excesivamente cara cuando Elosegi comenzó su bajada en penúltimo lugar. El japonés Takuda Haneda era entonces bronce con 97,44, un tiempo asequible para el vasco. El oro y la plata, que acabaron en manos del francés Denis Gargaud y del eslovaco Matej Benus, entrañaban mucha más dificultad. Había que estar entre 94 y 95 segundos. Palabras mayores. Pero ese tercer escalón del podio estaba al alcance. Quizá esa certeza aumentó la presión sobre Ander Elosegi, al que su sueño sólo le duró unos pocos metros, los que tardó en penalizar con dos segundos al tocar la primera puerta. Fue un golpe mortal para él. Ya no pudo concentrarse del todo en el resto de la bajada y, aunque bajó a un buen ritmo, volvió a penalizar, algo parecido a lo que le sucedió al campeón del mundo Florence David, décimo y último de la final después de una tanda desastrosa. Al cruzar la línea de meta, el marcador electrónico registró un insospechado 101,27, tres segundos y medio más de lo que había firmado Elosegi una hora antes.
Decepción evidente
La decepción del guipuzcoano era visible desde la grada de prensa. Con ella, con sus rescoldos de resignación y caras sombrías, concluyó en el Whitewater Stadium una jornada que no pudo comenzar mejor. Elosegi demostró un gran estado de forma en la semifinal. Sólo en el último momento le superó el alemán Sieris Tasiadis, que lo bordó con un tiempazo. El canoísta guipuzcoano, sin embargo, no quiso lanzar las campanas al vuelo. Al menos, fue previsor. Estaba convencido de que algunos de los grandes favoritos se habían guardado algunos ases en la manga. Han querido asegurar. De lo que se trataba era de asegurar la clasificación, de no fallar y estar entre los diez mejores. En la final se van a mejorar los tiempos, comentó a este periódico en la zona mixta. Elosegi, en fin, estaba contento, pero era muy prudente. Cómo no serlo después de sus experiencias en Pekín y en Londres. Las medallas van a estar muy abiertas. Voy a tener que mejorar el tiempo si quiero estar en el podio, dijo, a modo de despedida. Estaba en lo cierto.
El canal del Whitewater Stadium del parque olímpico de Deodoro es rápido y duro, a decir de los técnicos. Cuesta mover la canoa en su corriente, que empuja 12.000 litros de agua por segundo. A Elosegi, sin embargo, le gusta. Dice que se amolda bien a sus características y agradece que sea ancho y también el hecho de no tocar el fondo con la pala. Al término de su bajada de clasificación, se quedó un rato en el agua observando a sus rivales en la pantalla gigante y repasando sus aciertos y errores en las 24 puertas del recorrido. Porque también los había tenido, aunque probablemente sólo él, su entrenador Xabi Taberna y su amiga Maialen Chorraut lo hubieran advertido. Me he ajustado demasiado a las puertas en los metros finales, reconoció, como calibrando esas décimas y la necesidad de no perderlas en la gran final.
Mucha atención mediática
La duda que queda es si lo que perdió entonces Ander Elosegi fue un punto de concentración. Tras el revuelo mediático que originó el segundo puesto en semifinales, se encontró en la zona mixta con un buen número de periodistas de radio, televisión y prensa escrita, ávidos por contar una medalla española. Él se esforzó por mantener la calma y no desconcentrarse. Y quizá lo consiguiera durante la hora larga que restaba para la final y todo lo sucedido en ella, sobre todo esa penalización en la primera puerta, fuera cuestión de mala suerte. Cosas del deporte. Sea como fuere, el caso es que el canoísta vasco volvió a terminar unos Juegos Olímpicos con una nueva espina clavada. Ya es la tercera.
De esta manera, Elosegi consigue su tercer diploma olímpico. Algo que probablemente le sepa a poco.
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