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Víctor Soto
Jueves, 4 de agosto 2016, 18:54
Cinco aros, cinco colores y una sola pasión. El deporte iguala y los Juegos Olímpicos, su máxima expresión, forjan los caracteres y marcan un hito en la vida de sus protagonistas. Una veintena de riojanos ha podido disfrutar de alguna de sus ediciones, desde que ... Perico Escobal fuese convocado por la selección de fútbol a París 1924 hasta que Carlos Coloma, Pau Quemada y Lucía Jiménez participen en la cita de Río.
Carlota Castrejana es la riojana más olímpica. En cuatro ediciones ha participado y en disciplinas tan diferentes como el baloncesto o el triple salto. De sus recuerdos olímpicos, no duda en elegir uno: la ceremonia de inauguración de Barcelona'92. «Fue lo máximo. Para España eran más que unos Juegos, era el inicio de algo muy importante para el país y, para mí, el comienzo del deporte como una forma de vida». Castrejana vivió esa ceremonia con 18 años y la de Pekín, con 35. Y en todos las citas sintió lo mismo: «Hay una enorme diversidad de gente y de disciplinas. Pero el deporte es el lenguaje común y se hacen muy buenos amigos porque todos, desde los más famosos hasta los más desconocidos, sentimos curiosidad por lo que hacen los demás».
Esa necesidad de conocer ha dejado marcado a Juan Carlos Traspaderne, que corrió el maratón de los Juegos de Los Ángeles'84. Entonces, los atletas españoles eran poco más que aficionados. «El rendimiento alto se conseguía con capacidad física e ilusión porque todos teníamos nuestro trabajo, nuestra familia y nuestros entrenamientos», explica. Tal vez por eso, Traspaderne siempre recordará las horas de descanso. «Me sentaba en las gradas para ver cómo entrenaban el resto. Y seguir a Carl Lewis, Sebastian Coe o a los etíopes en bloque impresionaba. Aprendí mucho y todo lo que vi me ha servido», incide.
Hace 32 años, las subvenciones no abundaban y había que adaptarse. Así que, a pesar de competir el último día, Traspaderne fue con todo el equipo olímpico español un mes antes. «Entrenamos cuatro semanas en condiciones pésimas y eso se notó en el maratón», explica ahora.
También en atletismo, dos riojanos llevan grabada a fuego la impronta olímpica. Anacleto Jiménez corrió los 5.000 metros en Atlanta y ahora prepara el viaje para, junto al resto de su familia, acudir a Río para animar a su hija Lucía, que disputará la olimpiada con la selección de hockey hierba. «Cuando ella vio la posibilidad de llegar a los Juegos, yo le decía que era lo más grande», asegura. «Para mí, era un sueño desde los 12 años y que pude cumplir. Pude compartir la esencia del deporte, esa armonía y esa fiesta. Es cierto que, más allá de las medallas, lo importante es participar», añade Jiménez. Su recuerdo imborrable fue el ambiente: «Antes de la semifinal de 5.000 metros, se disputaba la final de 200 y Michael Johnson batió el récord del mundo. Yo estaba en la bocana y sentía la vibración. ¡Parecía que el estadio se caía!».
Por su parte, Miriam Bravo, relevista en el 4x400 de Sidney'00, también guarda un grato recuerdo de su participación. «Se vive con una enorme intensidad», dice la velocista. «Estábamos concentradas y nos perdimos la ceremonia inaugural, pero la convivencia en la Villa fue genial. Se genera una especie de gran familia», añade la atleta, que siempre recordará la fecha de su participación: «Fue el 29 de septiembre, cuando cumplía 26 años. Fue uno de los días más especiales de mi vida y también más largos, porque con las doce horas de diferencia, estuve muchísimo tiempo recibiendo felicitaciones», ríe.
El fútbol también ha dejado un papel protagonista en los Juegos a varios riojanos, como Perico Escobal, Dani Aranzubía, plata en Sidney, o José Ignacio Sáenz, que cayó apeado de la cita de Atlanta'96 por Argentina. El logroñés, además, no pudo disfrutar demasiado del ambiente. «Nos entrenaba Clemente y no nos permitió desfilar en la ceremonia de inauguración porque jugábamos al día siguiente ni tampoco vivir en la Villa, así que estuvimos bastante apartados», recuerda.
Nada que ver con otros tiempos, como los que vivieron Bernardo Iruzubieta o Domingo Sacristán en México'68, oro en pelota mano. «Nos invitaron, tras ganar, al frontón Águilas en Txotximilco a jugar. Nos decían que no fuésemos, que nos iban a matar... Pero no hicimos caso. Al principio pasamos un poco de miedo por el ambiente, pero jugamos y luego nos llevaron en góndola por los canales, con mariachis, nos sacaron un asado y después... ¡un perol de frijoles! Fue fenomenal», asegura entre risas. Aunque participaron en la ceremonia de inauguración, no lo hicieron en la de clausura por un motivo muy sencillo: «Nos fuimos a Acapulco». Y Sacristán vuelve a reír.
Éxitos en pelota
Y es que la pelota ha dado muchos éxitos y metales a los riojanos, especialmente en Barcelona'92, con los hermanos García, Garrido o los manistas Gorostiza y Jesús Ruiz Bastida, en trinquete. «Fue algo muy grande», rememora Gorostiza. «Había un sentimiento de igualdad total y te podías encontrar a los mejores deportistas del mundo o a cualquiera. Por ejemplo, un día íbamos los pelotaris, casi todos unos muchachotes, a comer y vimos una mesa en la que sólo había tres personas. Eran el príncipe Felipe y dos más, que nos cedieron el sitio aunque nosotros le dijimos que no hacía falta. Fue muy curioso», explica el de Huércanos.
En Barcelona, el queleño Santi Aldama fue uno de los pívots de una selección de baloncesto a la que no acompañaron los resultados. Pero siempre podrá recordar el duelo con el 'Dream team'. «No sabía a quién me tocaba saludar pero vino Jordan, que llevaba el 9, mi número, a darme la mano. Y yo le desee suerte, ¡como si la necesitara!», bromea.
Otras disciplinas como el tiro (Luis Martínez Encabo), taekwondo (Ireane Ruiz), ciclismo (Carlos Coloma) o hockey hierba (Pau Quemada y Lucía Jiménez) también han elevado a un deporte riojano que en Río busca nuevas metas.
De momento, la sensación común de los exolímpicos riojanos es la misma: nostalgia y ganas de que Río dé el pistoletazo de salida para disfrutar. Como resume Sacristán: «Si volviese a nacer, haría todo lo posible por volver a unos Juegos Olímpicos».
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