Cuatro preguntas acerca del caso Semenya

¿Cuál es la historia del caso Semenya? Inicialmente las autoridades deportivas decidieron que la atleta podía competir siempre que mantuviera los niveles de testosterona por debajo de 10 nmol/lt de sangre. Sin embargo, y gracias a la reclamación de otra atleta con síndrome de hiperandrogenismo, la velocista india Dutee Chand, en 2015 se anuló dicha normativa. Pero en 2018 el caso Semenya sufrió otro giro y se estableció que para que una mujer pudiera competir en pruebas de entre 400 metros y 1.600 metros en categoría femenina no podía superar en los seis meses previos a una competición los 5 nmol/lt.

Para tomar esta decisión las autoridades deportivas se basaron principalmente en tres aspectos:

1. Los nuevos estudios demuestran que el nivel de testosterona en hombres oscila entre 7,7 y 29,4 nmol/lt. mientras que en las mujeres ese rango parte de 0,06 y llega hasta 1,68 nmol/lt. Es decir, el límite máximo de testosterona en mujeres alcanza apenas una quinta parte (21%) del nivel mínimo masculino.

2. Hay nuevas evidencias de que en mujeres un nivel de testosterona que supere el doble de 1,68 nmol/lt genera una ventaja competitiva muy significativa, especialmente en las carreras de pista entre los 400 y 1600 metros (Semenya presenta una concentración mucho más alta).

3. Un trabajo publicado en la revista British Medical Journal demostró que las mujeres con alta testosterona tenían una ventaja significativa en disciplinas atléticas como martillo (4,53%), pértiga (2.94%), 400m. vallas (2,78%), 400m (2,73%) y 800m (1,78%)… aunque según otros investigadores no está nada claro este beneficio por lo que hacen falta muchas más investigaciones, ya que el consenso de la comunidad científica es muy importante en un tema tan delicado.

Con el cambio de normativa Semenya no podía competir en los 800 metros salvo que cambiara de distancia o redujese sus niveles de testosterona, principalmente ingiriendo anticonceptivos o sometiéndose a una extirpación quirúrgica de las gónadas. Semenya se negó a medicalizarse y cambió los 800 metros por los 5000 metros pero sus registros quedaron muy lejos de la marca mínima establecida para poder participar en Tokio 2020.

Personalmente, no estoy de acuerdo con la decisión final. Aun reconociendo que la testosterona pueda dar un valor añadido en cuanto al rendimiento deportivo de la sudafricana hay cuatro preguntas a las que no encuentro respuesta:

-¿No estamos en el mismo caso de famosos ciclistas, nadadores o velocistas cuyo corazón, anchura de brazos o fibras musculares son significativamente diferentes a sus competidores y eso les da un altísimo valor añadido?

-¿Por qué no se ha impuesto un límite superior de testosterona para las categorías masculinas?

-¿Por qué a Michael Phelps que, según se ha publicado tiene cierto nivel de desensibilización de algunos quimiorreceptores lo que permite pasar más tiempo bajo el agua, no se le obliga a operarse?

-¿No atenta contra la dignidad y la salud de las personas obligarles a reducir mediante fármacos u operaciones (que incluso pueden tener efectos secundarios físicos y psicológicos) los niveles de una sustancia que producen de forma natural para poder competir?