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Marco G. Vidart
Viernes, 2 de agosto 2024
Un apasionado de la vela. Quizá es la mejor definición que se le puede aplicar a Diego Botín Le Chever (Santander, 25 de diciembre de 1993). Pero además de esa, hay otras. Las personas que le conocen no ahorran elogios. Palabras como 'cariñoso', 'simpático', 'detallista' ... o 'generoso' surgen en las conversaciones. En ellas aparece de forma recurrente una frase: «Diego es muy buen tío».
«Le conozco desde niño niño. Vino con su colegio, el Verdemar, en una de las campañas escolares que hacíamos en el CEAR», señala Alejandro 'Jan' Abascal, uno de los mitos de la vela española y forjador de mil talentos. Entre ellos, el flamante campeón olímpico. Pero, ¿cómo se da cuenta uno de que un niño destaca en un deporte como la vela, en el que todo lo decide el viento? «Lo ves en la manera que tiene de navegar, en la forma de ver el viento... Es una intuición. Y ves las sensaciones que tiene, cómo mira a los rivales, cómo lleva el barco..».
El campeón olímpico en Moscú'80 destaca que, además de la calidad innata que había en ese chaval, había también unas inmensas ganas de aprender. «Aparecía por el CEAR para estar con Santi López-Vázquez, con Iker Martínez... Estaba todo el día alrededor del barco».
Además del talento, también ha habido mucho trabajo. Toneladas. «Aparte de que siempre ha tenido muy buenos entrenadores, ha sido un chaval muy constante». Aunque el oro olímpico es lo máximo para un deportista, 'Jane' señala que «aún no sabemos dónde está el techo de Diego».
A alcanzar su gran nivel actual ha contribuido una cualidad que a veces, en otros deportistas, se puede convertir en un arma casi letal. «Es muy perfeccionista. Nunca está satisfecho con lo que hace. Es tan perfeccionista que busca siempre los pequeños errores», relata el mito de la vela cántabra. «Les intentamos formar para que cada día se sientan mejor, y que ese afán de perfección no se convierta en algo obsesivo».
Pero eso es en cuanto al Diego Botín regatista. Sobre la persona, Abascal va aún más allá en los elogios. «Es que le tengo especial cariño. Para mí es como mi niño», afirma entre risas. «Es cariñoso, detallista con la gente, muy abierto... Es una muy buena persona. Además es muy generoso, muy normal... Es un hombre muy sencillo». Otra de las grandes aficiones del nuevo campeón olímpico es el surf, pero Abascal no tiene dudas del lugar en el que Diego Botín es más feliz. «Se le ve feliz y disfrutando encima de un barco».
«Siempre ha estado ahí»
Preguntar a Pablo Turrado por Diego Botín es hacerlo a una de las personas que mejor conoce al oro olímpico en París 2024. «Es que nos conocemos desde los ¿tres, cuatro años?», señala entre risas. Juntos empezaron en el cole, el Verdemar. «Hemos jugado al fútbol juntos, hemos aprendido a leer juntos...». Y empezaron a regatear juntos en esas clases dobles como el 420 o el L'Equipe. «Casi éramos un matrimonio», rememora Turrado entre más risas. En todos estos años, una constante. «Diego siempre ha estado ahí».
Juntos regatearon hasta ese Mundial de Santander 2014, en el que separaron sus caminos y Diego emprendía el suyo para convertirse en una estrella mundial de la vela. Así que a 'Turra', como cariñosamente le llama Diego, le dio tiempo más que de sobra para conocer como regatista al nuevo campeón olímpico. «Cuando tiene un objetivo, se centra al máximo. Es detallista, perfeccionista, y muy trabajador. No le ha costado meter muchas horas cuidando el barco o arreglando cualquier detalle».
A Pablo no le cuesta ni una milésima de segundo definir a su amigo. «Es que es muy buen tío. Sabe en quién apoyarse. En la familia, en su equipo... Y siempre pregunta». A la hora de decidir en su calidad de patrón, «como tiene que liderar a veces hay discusiones. Pero dice claramente las cosas. Es muy franco».
¿Anécdotas? «Un montón. Pero se me vienen primero a la cabeza las inconfesables», apunta Turrado entre carcajadas. Sobre todo las relacionadas con las miles de horas que han pasado en furgoneta y los barcos en el remolque para competir por toda Europa. «Pero hay una en un Campeonato de España de L'Equipe en Laredo. Ya habíamos ganado el de Europa. Creo que teníamos 15 o 16 años. Y al salir, se nos rompe la cinta de ir colgados. Nos quedamos últimos, aunque poco a poco íbamos remontando», rememora Turrado. «En esto que Diego ve una mancha en el mar, de color entre azul y marrón. Y dice que eso es una corriente y la vamos a seguir. Ganamos la regata».
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