Los Juegos nacieron con una vocación amateurista y el devenir del tiempo y la progresiva profesionalizacion de algunas insignes disciplinas se han encargado de hibridar lo inevitable. Era difícil explicar que los jugadores de la NBA – piensen que ya no todos tendrían por que ser ... estadounidenses-, ni los ganadores de Gran Slams, o los ciclistas del World Tour no participasen en el evento deportivo mas globalizador que existe. Ante la amenaza de que los Juegos se quedasen como un espectáculo de segunda ante las grandes organizaciones profesionales, el Comité Olímpico entendió había que amateurizar a los pros. Los países por su parte iniciaron políticas de semiprofesionalización de los deportistas amateurs. Este proceso, para jolgorio del público que no comprendería no ver disputando a los idolos de sus deportes, ofrece escenarios cuando menos peculiares, o que al menos no responden a la logica deportiva mas básica.

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Para la mayoría de los deportistas profesionales, si lo son de facto, disputar los Juegos Olímpicos o incluso ganarlos, no les soluciona la papeleta de los resultados plurianuales ni anuales. Los grandes contratos no se firman por los resultados olímpicos, sencillamente porque los escenarios del vértice de su deporte no están ahí. Eso no quiere decir que no acudan con ambiciones, pero siempre conscientes de que este no es su olimpo particular. Cuando concedan esas acartonadas entrevistas donde les preguntan por su experiencia olímpica, nos hablan de que convivir con otras disciplinas y otros deportistas ajenos les resulta entrañable, muestran esos selfis exóticos con el equipo campeón olímpico de break dance, e incluso nos muestran cómo es vivir en la espartana villa olímpica, con esos bufets de colegio mayor, tan lejanos de hoteles gran lujo, como si de un viaje de fin de estudios se tratase. Sin duda es una experiencia que abrazan con el entusiasmo de quien abre un regalo que no espera, pero me surge la duda de si tolerarían eso en sus organizaciones profesionales.

Los deportistas amateurs creo que están mejor tratados y considerados desde que el deporte olímpico recoge a un buen número de disciplinas profesionales. Sus condiciones de preparación han mejorado y su estatus social también. Y ese foco de atención ha crecido gracias a la integración de esos deportes profesionales y sus máquinas de comunicación. Afortunadamente la medalla de básquet no pesa más que la de tenis de mesa en el medallero del pais. Equipos y deportistas individuales representan funciones similares en expresiones deportivas distintas. Todo esto supone un proceso de equilibrio entre deportes que supone una mirada de atención para los amateurs y deportes minoritarios que les ayuda a dibujar un horizonte de cuatro años, fenómeno más reciente de lo que alguno creeria. Creo que todos los deportistas no profesionalizados son conscientes del bien que les hace rodearse de deportistas profesionales en este evento. En algunos casos se apelará a que a todos los deportes y deportistas no se les trata igual y no les falta razón, pero es justo reconocer que durante los juegos olímpicos ese trato se iguala en una tendencia a un punto intermedio de atención pública entre ambos mundos. Es obvio que ese equilibrio no podrá mantenerse una vez se apague la llama olímpica, pero al menos en estas dos semanas largas, el mundo del deporte parece más homogéneo que durante la pasada Olimpiada.

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