España se estrella contra su falta de gol

Mucha posesión y poco disparar hacen de España un equipo aburrido. Dicen que en las ferias las escopetas de los tenderetes ambulantes tienen el punto de mira desviado. La de Mir y Oyarzabal no se sabe, porque para comprobarlo hay que poder disparar. La Roja, de nuevo de blanco en lo que ya parece un patrón, se quedó así, en blanco, ante Egipto en las gradas vacías del Sapporo Dome. Una oda a la tristeza de un equipo que juega mucho, pero que no culmina. Solo lo intentó en el tiempo añadido, cuando ya era muy tarde y Luis de la Fuente se desgañitaba pidiendo balones al área. Al final, empate a cero. Empate a nada, que dice el tópico.

La cita con la decepción comenzó ilusionante, con los seis de la Eurocopa y los tres mayores de 23 años como titulares y el 4-3-3 del que ha hecho también bandera la olímpica ante un Egipto muy defensivo que pronto asumió su papel de víctima, pero no de comparsa. Atento a cualquier contra, muy metido en el partido e intenso en la disputa, como lo comprobó Mingueza con el pisotón de Fotouh sin cumplirse los cinco minutos. Tenía claro que lo suyo era esperar hasta desesperar al rival.

España apostó por su receta habitual: posesión y circulación hasta generar espacios. Pero no los hubo. Egipto también sabe combinar y hacer circular el balón, aunque tuvo pocas oportunidades de demostrarlo. ¿El problema? El que ya es marca de la casa. Hasta el minuto 25 España no puso a prueba a Elsehnawy. Lo demás, dominio casi absoluto; sí. Pero posesión intrascendente; demasiado juego a la mano, que dirían en rugby. Cuando la Roja buscaba la verticalidad, un Egipto muy junto y ordenadito interceptaba el pase.

Una combinación entre Ceballos, Mingueza y Asensio trajo el primer disparo en el minuto 17, pero acto seguido el lateral barcelonista se echaba la mano al cuádriceps en un despeje y tenía que ser sustituido por Vallejo, a quien Ceballos cedió a su entrada el brazalete de capitán. No era el cambio natural, pero De la Fuente había dejado sin convocar a Óscar Gil.

La entrada en juego de Elsehnawy a los 25 minutos, cuando detuvo con firmeza un libre indirecto de Asensio a falta sobre Oyarzabal, fue una anécdota. La presión retrasada pero intensa de Egipto funcionaba y su criterio a la contra obligaba a rápidos repliegues, pero superada la línea de tres cuartos deambulaba por la intrascendencia. Sin Elneny y Salah (Shawky Gharib había pedido a ambos, pero Arsenal y Liverpool no dieron permiso), Egipto pierde mucho potencial.

Mientras, España seguía roma. Un disparo lejano de Ceballos se estrellaba en el 27 en el poste cuando ya se veía dentro de la portería, pero no era el día del andaluz, que en un lance con Tahed sufría un durísimo pisotón que le obligó a dejar el partido, sustituido por Moncayola.

Tras el descanso Merino probó con un difícil disparo en el 49 que no puso en apuros a Elsehnawy. No estaban dispuestos dejarse intimidar los egipcios, y poco después, Pedri y Oyarzabal probaban su versión más expeditiva: pisotón al canario que no impidió que siguiera el juego y golpe al rostro de Hegazy al realista que Makhamed interpretó como involuntario para no señalar penalti. Por un momento los faraones parecían los Pistons de Rodman.

Así fue como de pronto doblegar al modesto Egipto se convirtió en tarea faraónica. Perdidos en su deambular por un césped que por momentos parecía el deshabitado Hotel Overlook por el empeño de los africanos en aparecerse de repente; en no dejar a España hacer su trabajo, los de Luis de la Fuente lo intentaban a base de córners, pero no había hueco ante el 5-4-1 egipcio.

Pedri, lo más parecido a Iniesta que vieron los tiempos, no tenía el Resplandor, y en medio del parte de guerra que fue el primer tiempo, con las lesiones de Mingueza y Ceballos, no pudo ejercer de cerrajero como hizo en el amistoso ante Japón. Asensio y Dani Olmo tampoco eran lo desequilibrantes que hubieran querido. Falta pegada y cuando no se hace daño los rivales pierden el miedo, como le ocurrió a Egipto en la última media hora, en la que permaneció agazapado, pero al acecho. Claro que ni entonces inquietaron demasiado los faraones, que en una mala fotocopia de España tampoco sabían terminar las jugadas, con Unai como un espectador más del insulso duelo.

Con dos ventanas consumidas por las lesiones del primer tiempo, De la Fuente tuvo que echar mano de un triple cambio para cambiar las cosas; variaciones estratégicas e individuales sobre el mismo dibujo que llevaron nuevas variantes al juego español, pero no oportunidades. Una falta de Hegazy sobre Miranda en el 77 invitaba después a probar a Elsehnawy, pero todo fue nada. Mir disparó sobre el vértice entre el área y la media luna del penalti, pero todo lo que consiguió fue un córner. Mir tuvo al fin una ocasión merecedora de tal nombre en el 87, pero su testarazo fue a las manos de Elsehnawy. Un disparo de Soler y otro de Vallejo en el tiempo añadido pusieron el triste epílogo de una España que se aceleró demasiado tarde.

Hace muchos años otro egipcio, Samir Amin, hablaba de 'La desconexión'. Se refería a la economía, pero bien podía haber sido el título de la triste novela de la relación de España con sus delanteros. España se complica la vida a la espera del próximo partido frente a Australia. Frente a Argentina hará falta mucho más si la olímpica no se quiere quedar atrapada para siempre en su propia maraña, congelada en la posesión.

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