Laura Marta
Enviada especial a París
Martes, 30 de julio 2024, 00:11
El bádminton es un deporte en el que el volante circula a doscientos kilómetros por hora. Puede ir con efecto o plano, a la izquierda, al centro, alto, bajo. La toma de decisiones es una cuestión de milésimas. Por eso, hay mucha ciencia detrás de ... Pablo Abián y Carolina Marín. Con dos maestros como Javier Abián y Fernando Rivas que investigan, registran, analizan todo lo posible para controlar un deporte que va a mil por hora.
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Rivas, autor de la tesis «Análisis del rendimiento del bádminton masculino y femenino de alto nivel», ha creado un binomio perfecto con Marín para llegar a donde los dos quieren: ser los mejores de la historia. El entrenador aprende conforme aumentan las necesidades de la jugadora, con las rivales como material de trabajo, pero también inspirándose en otros entrenadores aunque no sean de su disciplina. Se apoya en la tecnología, análisis de datos para ser cada vez más eficiente. Pero, como indicaba a este periódico en una entrevista, también se basa en la parte artesanal del entrenador: «Yo no le transmito números a Carolina. Mi trabajo es traducir esos datos en emociones y elegir el momento más receptivo».
Para este 2024, ha desarrollado una «integración de elementos de entrenamiento». «Además de la táctica, hemos cambiado herramientas y dado prioridad a ejercicios de habilidad mental: crearle problemas. Son entrenamientos duros, pero un regalo para el desarrollo y el proceso de la jugadora», señalaba dándole como siempre importancia al camino, porque «el resultado es una consecuencia».
También Javier Abián pasa mil horas en el bádminton teórico. Profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha, dirige un grupo de investigación para «acercar la parte científica del bádminton a los entrenadores». Entre sus estudios, publicados y avalados por revistas científicas, rendimiento, rivales y, sobre todo, prevención: cómo afecta el alto rendimiento a las estructuras musculoesqueléticas. En la probeta, miles de datos, vídeos y pruebas que su hermano Pablo, también profesor y doctor, y pionero en el conocimiento sobre el uso de la cafeína para incrementar el rendimiento, transforma en movimientos prácticos en la pista; en sus quintos Juegos Olímpicos, con 39 años, una edad que casi no existe en una modalidad que premia la juventud. «Además de un buen chasis y suerte con lesiones, hay muchas variables para alcanzar esta longevidad. Con todos los datos, tratamos de que Pablo llegue en las mejores condiciones posibles individualizadas. No necesita lo mismo alguien de 20 que de 30, así que ayudamos al deportista a que tenga lo que precisa en cada etapa».
No ha faltado en este ciclo olímpico un estudio exhaustivo de los rivales. Aunque no es fácil el acceso al punto límite de un jugador porque las condiciones de competición son complicadas de replicar en un laboratorio. «Es difícil intervenir en los jugadores durante los torneos. Tratamos de estudiarlos con vídeos y pruebas inocuas, como ecografías, y realizamos otros estudios con entrenamientos y partidos simulados». El objetivo: «Establecer pautas para optimizar el rendimiento en competición».
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Es decir, conocer cada detalle propio y ajeno para poder establecer un patrón de juego en el que se potencien las habilidades del jugador y pueda sorprender al rival. «Las decisiones en este deporte se toman en milésimas de segundo. Desde que un jugador golpea hasta que le vuelve no llega ni siquiera al segundo. Es una velocidad de movimiento altísima que se trabaja en los entrenamientos: reacción y anticipación: saber qué golpe hace mucho tu rival».
Hay tantas variables que intentan controlar las que pueden ser medibles, como las luces y las corrientes de aire. «Es fundamental. En los Juegos tienes unos días para entrenar en la pista principal, media hora como máximo. Comprobamos en qué pista se sienten más cómodos, si hay algún punto de luz que pueda molestar. Cómo y por dónde pueden llegar las corrientes de los aires acondicionados, dónde afecta más y dónde menos. Son millones de variables que puedes controlar de alguna manera, pero cuando comienza el primer punto del partido, aparecen otro millón que te afectan. Y están las emociones y el estudio que el rival ha hecho de ti», se resigna Abián. Cuanto más controladas estén las variables controlables, mejores y más rápidas serán las decisiones del jugador.
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¿Y hacia dónde va el bádminton? «Hacia intercambios más largos, partidos más largos. Ayuda a saber cómo debe ser el descanso. Si consigues extraer datos te da unos parámetros que te ayudan para preparar tus entrenamientos, ajustando los tiempos de trabajo y de descanso que te vas a encontrar en el torneo».
Para Abián, tanto Pablo como Carolina son una mezcla de talento, ciencia y trabajo, mucho trabajo. «Para destacar cómo lo han hecho es necesario que se den las tres circunstancias. Hay que utilizar la ciencia y los recursos. Y hay un trabajo detrás suyo y de los cuerpos técnicos muy grande. Es un mucho de todo. En España somos un deporte minoritario, para ponernos a la altura de los países asiáticos, necesitas todos los recursos posibles».
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