La dictadura naranja priva a España de la final

Pero la medalla sigue estando ahí, al alcance, y los 'red sticks' no tienen tiempo para llorar por la leche derramada. Si esta selección atrapa el bronce, habrá concluido un campeonato brillante, muy por encima de las expectativas. Su rival saldrá del partido entre Alemania e India, que se juega esta tarde a las 19.00 horas. El partido tendrá lugar el jueves a las 14.00 horas.

En el primer cuarto hubo igualdad sobre el césped. España controló bien las acometidas temibles de los Países Bajos y pudo incluso adelantarse en el marcador en el minuto 5, cuando la bola le cayó a Marc Reyne dentro del área. Solo ante el portero. Reyne alzó el stick, controló la pelota, la bajó y disparó a puerta. Los reflejos de Blaak impidieron el primer gol del combinado nacional.

No hubo más ocasiones por ningún bando hasta la jugada desgraciada del minuto 12. Calzado arrolló a Hoedemakers cuando conducía la bola por el área española y los árbitros decretaron un 'penalti stroke', que es el penalti ordinario: el lanzador solo ante el guardameta. El especialista neerlandés, Jip Janssen, no falló e hizo subir el primer tanto naranja al marcador.

En el segundo cuarto se asentó la superioridad neerlandesa, pese a los intentos españoles de mirar hacia arriba y llevar la bola al área rival. Los jugadores naranjas encontraban mejor los caminos hacia la portería de Calzado y de este modo llegó el segundo tanto del partido. Una bola le cayó rebotada a Thierry Brinkman, que tuvo tiempo de sobra para acomodársela en el stick y largar un zurriagazo que se coló por la escuadra derecha de la portería.

El 2-0 les permitió a los neerlandeses gestionar el partido con alguna tranquilidad, aunque España se estiró lo suficiente como para poner en ciertos aprietos a la defensa naranja. Cuando ya casi estaba el tiempo cumplido, Reyne provocó un penalti córner que insufló ánimos al combinado nacional. Basterra golpeó, pero Blaak se lució en la parada. La confusión posterior en línea de gol levantó las protestas españolas, pero el árbitro, tras la revisión de la jugada, resolvió que allí no había habido nada serio.

Tras el descanso, los jugadores neerlandeses no salieron a verlas venir, sino que sorprendieron a la selección española con un par de ataques fulminantes. En el primero, solo una mano prodigiosa de Calzado evitó el gol de Van Dam, pero en el segundo, el mismo jugador disparó cruzado y la bola entró junto al poste. Países Bajos se vio entonces con un botín suculento (3-0) y muchos minutos por delante, así que se asentó cómodamente en el campo y se limitó a sujetar a España, que no encontraba salidas en el laberinto naranja. El público, con mayoría absoluta de neerlandeses, hacía la ola y gritaba olé. Aun pudo aumentar su renta el combinado rival con dos latigazos al contragolpe, pero Calzado evitó que el marcador siguiese sumando dígitos.

En el último cuarto, España trató de encontrar el gol que le diese algunas esperanzas, un arreón final que pudiese al menos comprometer el triunfo neerlandés. Estuvo a punto de conseguirlo Marc Miralles, pero su disparo, que buscaba la escuadra, fue repelido por la mano de Blaak. Los naranjas respondieron con una jugada de tronío: un fabuloso pase al áera de De Vilder, luminoso y veloz como un relámpago, llegó al stick de Telgenkamp, que fusiló a Calzado. El público neeerlandés alzó las manos. A falta de siete minutos, se sabían ganadores y ya estaban echando cuentas sobre quién sería su enemigo en la final. Los españoles, mientras tanto, pensaban en el bronce.