Los aros olímpicos presiden una de las caras de la Torre Eiffel. Reuters

Los Juegos Olímpicos se zambullen en el Sena

La ceremonia inaugural se despliega este viernes al aire libre durante seis kilómetros con amenaza de lluvia y muchos secretos por desvelar

Pío García

Enviado especial a París

Viernes, 26 de julio 2024, 00:08

La culpa la tuvo Buenos Aires. La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de la Juventud, en octubre de 2018, no se celebró en ningún estadio. Más de 200.000 personas ocuparon esa noche la avenida 9 de julio, espina dorsal de la capital ... argentina, para presenciar un desfile colorista que finalizó con fuegos artificiales junto al Obelisco. El presidente del COI, Thomas Bach, quedó encantado. Fue como si la fiesta olímpica se hubiese liberado por fin de algún incómodo corsé y hubiera inundado la ciudad entera.

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Buenos Aires abrió el camino que este viernes sigue París, subiendo la apuesta hasta casi lo imposible. El director ejecutivo de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de 2024, Thierry Reboul, es un tipo atrevido, acostumbrado a imaginar escenografías inauditas. En el año 2017, metió a los corredores del Tour de Francia por los salones del Grand Palais y ese mismo año hizo instalar una pista de atletismo flotante sobre el Sena. Cuando Reboul se incorporó al Comité Organizador de París 2024, ya estaba en el aire la idea de realizar una ceremonia de apertura fuera del estadio, aunque todo el mundo la imaginaba en los Campos Elíseos. A Reboul aquella le parecía una idea poco emocionante, no del todo original.

De pronto pensó en el Sena. El río de París, de aguas insalubres y orillas sin parangón, surcado por barquitos turísticos y cruzado por puentes imperiales, podía convertirse en el estadio más grande y bello del mundo. Imaginó tribunas en los muelles, un desfile náutico, público enfervorizado y un majestuoso escenario de piedra. Al presidente del comité organizador, Tony Estanguet, le sedujo esa exhibición insensata de poderío parisino. Había que lanzarse al Sena costara lo que costara.

Por ese río navegarán este viernes, desde las 19:30 horas, las 206 delegaciones nacionales que compiten en los Juegos. Irán en 94 barcos que completarán una singladura de seis kilómetros: del puente de Austerlitz al de Iéna. Se moverán a ocho kilómetros por hora y tardarán en completar el recorrido unos 40 minutos. Al llegar a la plaza del Trocadero, los deportistas descenderán de sus embarcaciones y habrá flamear de banderolas, bailes, música y discursos. Los viejos misterios de las citas olímpicas (¿quién encenderá el pebetero? ¿qué artistas actuarán?) parecen ahora menos importantes que el propio decorado, una sucesión mareante de palacios y mansiones que cobrarán vida durante las más de tres horas que durará el desfile. De la parte artística se encarga el escenógrafo Thomas Jolly, aunque poco se sabe de su propuesta. No será, en cualquier caso, un mero ver pasar barquitos por el Sena: habrá espectáculos en las orillas, juegos de luces, coreografías y muchos guiños a la cultura francesa.

Finalmente, 325.000 personas seguirán el desfile en directo. La idea inicial era que la ceremonia fuese todavía más populosa, pero el número de asistentes se ha ido reduciendo por cuestiones de seguridad, y no solo por el temor a un atentado. Cuando se lanzó la idea de colocar tribunas en los muelles del Sena nadie sabía exactamente cuánto peso podían aguantar. Los ingenieros tuvieron que calcularlo y luego comprobarlo. Durante varias semanas fueron colocando bloques de cemento en las orillas para simular la carga real que este viernes soportarán.

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Aunque todavía no se ha desvelado quién será el último portador de la antorcha, París bulle de rumores. Unos apuestan por la exatleta Marie-José Perec, triple campeona olímpica, y otros deslizan el nombre de Zinedine Zidane. Entre los penúltimos relevistas se da por segura la participación del pertiguista ucraniano Serguei Bubka, pero no solo habrá deportistas históricos. El rapero californiano Snoop Dogg, la modelo Laetitia Casta o el cantante pop Pharrell Williams irán acercando la llama olímpica al pebetero.

En cuanto a las actuaciones musicales, la prensa francesa apunta dos nombres importantes: Celine Dion, que reaparecería pese a sus problemas neurológicos, y Aya Nakamura, cantante francesa de ritmos urbanos nacida hace 29 años en Bamako (Malí). La elección de Nakamura ha levantado críticas furibundas, muchas de ellas con un evidente tufillo racista, pero ha acabado por imponerse. En un cruce de mestizajes francófonos, Nakamura interpretará 'La bohème', de Charles Aznavour, un tipo cuyo origen armenio no le impidió convertirse en emblema de los cantantes franceses. En las últimas horas ha circulado también la hipótesis de Lady Gaga, fotografiada hace cuatro días en París, pero nadie ha confirmado su participación en la gala.

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Más de 45.000 policías vigilarán para que no se produzcan incidentes. Recientes altercados, como los que tuvieron lugar el pasado miércoles en Saint Etienne durante el partido Argentina-Marruecos, no invitan al optimismo, aunque el centro de París está blindado y extrañamente vacío. Los aeropuertos parisinos estarán cerrados desde las siete y prohibida la circulación aérea. Sin embargo, quizá los problemas acaben cayendo del cielo. El realizador televisivo de la ceremonia, Simon Stafford, confesaba hace unos meses a France 2: «Si llueve durante la jornada será sencillamente horrible; esa es mi pesadilla». Météo France anuncia para este viernes cielos nublados y chubascos dispersos. Por muchas pesadillas que tenga Stafford, ni 45.000 policías pueden detener las borrascas.

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