he Bing Jiago, en el podio con un pin con la bandera de España. Reuters
Bádminton

Carolina Marín subió al podio

La china Bing Jiao, rival de la onubense el domingo, recogió la medalla de plata con una bandera de España

Ángel Luis Menéndez

Lunes, 5 de agosto 2024, 20:33

Rota de dolor y tristeza, es improbable que Carolina Marín halle consuelo durante un largo período, pero a buen seguro que ayer su corazón se sintió aliviado durante un instante por el soplo de generosidad deportiva protagonizado por una joven china, subcampeona en la pista ... pero imbatible en humanidad al subirse al podio.

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He Bing Jiao, la rival que el domingo no sabía qué hacer ni dónde meterse mientras contemplaba atónita y asustada la tragedia de Carolina, lesionada en la semifinal de bádminton de los Juegos de París, jugó ayer la final. Sabía que el maldito destino la había colocado a ella en el lugar que debería haber ocupado la española. Por supuesto, salió dispuesta a pelearle el oro a la coreana An Se-Young, número 1 del mundo y, por tanto, gran favorita.

No pudo hacerlo. Lo intentó, pero perdió por dos sets a cero (21-13 y 21-16), así que minutos después se dispuso a recoger la medalla de plata. Se subió al cajón, recibió la presea y se dispuso a posar para la foto de rigor.

Y ahí, mientras agarraba con la mano izquierda el metal plateado, en la derecha sostenía y mostraba un pequeño pin federativo con la bandera de España. La campeona coreana y la indonesia Gregoria Mariska, bronce, sonreían abiertamente. Bing Jiao, todavía impresionada por lo sucedido el domingo, dibujó un pretendido gesto de satisfacción con los labios apretados y la banderita rojigualda bien visible entre sus finos dedos. Un detallazo.

En ese mismo instante, el avión en el que viajaba Carolina Marín aterrizaba en el aeropuerto de Barajas. La esperaban a la salida un puñado de periodistas y los cariñosos y espontáneos aplausos de los viajeros que la reconocían.

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La jugadora onubense, andando lentamente y apoyada en dos muletas, no tenía ganas de hablar. En realidad, no tenía ganas de nada. Pero el calor y las toneladas de ánimo que le llegan desde el domingo la empujaron a ponerse brevemente delante de los micrófonos.

«Todavía no he podido ver todo, pero quiero dar las gracias a todo el mundo -dijo reconociendo ese apoyo masivo y general-. Estoy destrozada, no puedo decir otra cosa. Me voy ahora mismo al hospital y a ver qué sale. No sé si me tienen que operar, voy directamente al hospital y ahí tomaremos decisiones. Gracias por el apoyo».

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Tercera lesión grave

Por esperado, lo que «salió» en el hospital no fue menos negativo. Se confirmó el peor presagio. En la mala postura que la llevó al suelo durante la semifinal, la campeona andaluza se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha y los meniscos interno y externo.

Es una lesión grave, y bien lo sabe Marín, que ya sufrió idéntico percance en enero de 2019 durante la final del Masters de Indonesia. Tardó siete meses en volver a las canchas y tuvo que trabajar arduamente tanto el aspecto físico como el mental.

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Le ayudó mucho autoimponerse como meta la competición de bádminton de los Juegos Olímpicos previstos en Tokio para el año 2020. Pero la pandemia de la covid-19 asoló al mundo y la cita japonesa tuvo que retrasarse un año.

Y en mayo de 2021, apenas un mes antes de la ceremonia de inauguración de los Juegos nipones, Carolina Marín volvió a caer lesionada de gravedad. Otra vez el ligamento cruzado de la rodilla, en este caso la izquierda. Además, las pertinentes pruebas médicas descubrieron que tenía rotos los dos meniscos.

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Vuelta a empezar y un nuevo y prolongado periodo de recuperación del cuerpo y el alma, esta vez con la mente puesta en los Juegos de París. Ahora, tras la enésima desgracia, nadie mejor que ella para decidir sobre su futuro. En el deporte y en la vida.

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