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Rodrigo Ibáñez es karateca de nacimiento. Comenzó a entrenar en el gimnasio Oriente con apenas 5 años, pero mucho antes ya daba sus pasos sobre el tatami acompañado de su padre, el que fue su entrenador durante más de una década. Pero este logroñés ... no se conformó llegando a compaginar sus competiciones de artes marciales con la Tercera División del fútbol riojano en la que militó vistiendo la camiseta del Haro, aunque sería el kárate el deporte que más alegrías en forma de premios le llegaría a reportar con los años.
– ¿De dónde viene ese amor por el deporte?
– Mi amor por este deporte viene por mi padre. Él fue karateca y más tarde mi maestro, por lo que lo llevo en la sangre. No es que haya elegido yo este deporte, es que he nacido, por así decirlo, encima de un tatami.
– ¿Probó otro tipo de deportes?
– Compaginé hasta los 18 años el kárate con el fútbol. He jugado en varios equipos de Logroño llegando incluso a competir en Tercera División con el Haro hasta que decidí mudarme a Madrid a un centro de alto rendimiento. Incluso ahí llegué al filial del Atlético de Madrid pero cuando el calendario de competiciones y entrenamientos de kárate se endureció decidí dejar el fútbol.
– ¿Qué es lo que le hizo decantarse por el kárate?
– Porque vi que se me daba mejor. Empecé a ganar premios y a participar en campeonatos del mundo desde la categoría cadete consiguiendo ser campeón de Europa con 15 años. Vi como con el kárate podía tener una mejor progresión.
– ¿Cómo recuerda sus años como escolar?
– Fueron unos años muy exigentes sobre todo físicamente. Apenas tenía tiempo para mí, ya que entrenaba y competía en ambos deportes. Recuerdo cómo los fines de semana llegaba con una enorme sobrecarga y agotamiento pero es cierto que muchas veces pude ser superior a mis rivales por ello.
– ¿Pensó que iba a llegar al nivel que tiene actualmente?
– En ningún momento me imaginaba que iba a llegar a este nivel, pero estoy enormemente orgulloso de lo que he conseguido tanto por mí, como por mi familia. Además, estoy muy contento de ver cómo el kárate, a pesar de ser un deporte minoritario, está empezando a tener una mayor visibilidad tanto en los medios como por las instituciones gracias a convertirse en un deporte olímpico.
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