La fe gana el partido en el Ramadán

Puede que a muchos les empiece a rugir el estómago solo de imaginarse pasar un día sin comer; al igual que se les seque la boca al pensar en no tomar ni una gota de agua durante las horas de sol. Esta dura situación se recrudece aún más si la persona que lleva a cabo el ayuno practica deporte a diario y lleva su cuerpo al límite durante diversas competiciones. Pues bien, más allá de estas suposiciones, esa es la realidad que viven decenas de deportistas en La Rioja durante la celebración del Ramadán, el mes sagrado para todo aquel que profesa el islamismo.

La festividad se celebra el noveno mes del año lunar musulmán y forma parte de los cinco pilares fundamentales en los que se asienta el Islam. En esta ocasión, el Ramadán comenzó en la comunidad con el atardecer del 11 de marzo y se espera que finalice el próximo 10 de abril, aunque la fecha puede variar según los avistamientos de la luna. Durante todos estos días, las personas que lo practican aspiran a crecer espiritualmente, purificar su alma y establecer relaciones más sólidas con Alá. De ahí, que se dé mayor importancia al rezo, a la lectura del Corán, a la austeridad y a la reflexión. Además, los musulmanes deben abstenerse de comer y beber en las horas de sol, desde el amanecer hasta el anochecer.

En cualquier caso, no todos pueden hacer ayuno durante el Ramadán. Siempre hay excepciones, hasta en esto. No es obligatorio en niños, mujeres con la menstruación, embarazadas y lactantes ni en personas que padezcan enfermedades crónicas, ya que la preservación de la salud es una obligación del Islam en sí misma.

También existen excepciones en aquellos deportistas de élite que ven minimizado su rendimiento y, por lo tanto, no pueden competir; aunque la gran mayoría de ellos optan por compaginar el ayuno con la práctica deportiva modificando sus rutinas durante este mes. De esta manera, se da respuesta a la gran pregunta: ¿Es compatible hacer deporte con el Ramadán? Ismaël El Mariji, Marwan Ouroui, Mustapha Zarouali, Mano Tata y Maryame Atiq Ez-Zity son solo algunos ejemplos de deportistas musulmanes que practican fútbol dentro de los terrenos de juego de La Rioja en medio del Ramadán.

Pese a que todos ellos practican el ayuno, no resulta sencillo sacar el mayor provecho físico cuando no se dispone de una fuente nutricional suficiente para llevarlo a cabo, siendo los primeros días del mes los más difíciles de superar. «El Ramadán es una readaptación; al principio es complicado, pero una vez coges la rutina se hace mucho más llevadero», asegura la jugadora del DUX Logroño, Maryame Atiq Ez-Zity.

Asimismo, el calendario de este año 2024 ha favorecido a los practicantes al coincidir con los meses fríos de marzo y abril, incluyendo además varias semanas con el horario de invierno. «Esta fecha ha sido rara porque nunca había vivido un Ramadán en el que anochece a las 19.00 horas, pero no nos vamos a quejar por poder comer antes», comenta entre risas el futbolista de la UD Logroñés B, Marwan Ouroui.

Los musulmanes comen según la posición del sol durante el Ramadán, siendo antes del amanecer, sobre las 5.30 horas de la mañana, cuando realizan su particular desayuno, también llamado 'suhoor'. Desde ese momento, ningún alimento ni líquido podrá entrar en su cuerpo hasta vencido el atardecer. «Hay veces en los que el día se hace largo, sobre todo por la sed, pero al final de la jornada demostramos que sí que podemos compaginar el ayuno con el deporte», relata otro futbolista del Promesas, Mustapha Zarouali.

Y no solo pueden llegar a compaginarlo sino que algunos de ellos opinan que su rendimiento es mucho mayor durante este mes sagrado. «Me siento más en forma durante el Ramadán porque el ayuno nos permite limpiar el cuerpo, estar más sanos cuando jugamos y conectar con nosotros mismos», explica Marwan. En esta misma línea, el futbolista del Racing Rioja, Mano Tata, destaca que la fortaleza mental es «fundamental para no llevarlo mal, es más, para mí sería imposible entrenar sin tomar agua el resto del año pero durante el Ramadán ni lo echo de menos».

Es cierto que el horario de entrenamiento de unos clubes favorece la práctica del ayuno con respecto a otros. Y es que, mientras el DUX Logroño se ejercita por las mañanas, equipos como el Balsamaiso, en el que milita Ismaël El Mariji, entrena a última hora del día. «Tengo la enorme suerte de entrenar cuando rompo el ayuno por lo que me es más fácil jugar; ahora con el cambio horario es mejor aunque es más algo mental que físico», afirma el futbolista musulmán.

Por contra, la jugadora del conjunto vinotinto, Maryame, relata que «hay veces que me noto muy cansada, incluso me he podido marear en días de calor al entrenar de las 10.00 a las 12.00 horas de la mañana». No es la primera vez que la futbolista sufre algún episodio de esta índole como consecuencia de la deshidratación. Algo que le ha llevado a tomar la decisión de romper el ayuno durante los días de partido porque, tal y como ella misma asegura, «me dedico a ello y como profesional debo dar unos resultados».

«Hace dos años me dio un balón en la cabeza y me mareé. Fue un momento muy impactante, que sucedió en medio de un partido, por lo que decidí que en la competición no iba a hacer ayuno», relata la jugadora del DUX Logroño. Tanto ella como el resto de musulmanes que no puedan cumplir con el ayuno durante el Ramadán deberán recuperar todos los días perdidos durante el resto del año. También se podrá dar alimentos a una persona necesitada o entregar una limosna económica, si se tiene medios, para hacerlo posible.

Algunos deportistas como Maryame ajustan su rutinas a su día a día como creyente mientras que hay otros futbolistas como Musta y Marwan, de la UD Logroñés B, que prefieren estar asesorados por un experto para hacer más llevadero el ayuno. «Hacemos caso a lo que nos dice nuestro preparador deportivo para que no nos siente mal la primera comida», comenta el primero. El otro blanquirrojo asegura por su parte que «lo importante es descansar y beber mucha agua porque, al final, cuando rompemos el ayuno nos llenamos con nada».

Existen trucos o diferentes estrategias para hacer que el ayuno sea lo más llevadero posible durante este mes sagrado; aunque el hecho en sí de no comer ni beber en las horas de sol tan solo representa un grano de arena perdido en medio del desierto espiritual que implica la celebración del Ramadán. Porque para el musulmán, es el mejor momento del año. Durante este mes se trabaja el autocontrol de los deseos mundanales, las malas acciones y los pensamientos. «Sufrir el hambre en uno mismo nos recuerda lo afortunados que somos y nos ayuda a tomar conciencia de todas aquellas cosas que no solemos valorar por tenerlas al alcance», concluye Maryame.

El Ramadán pondrá su fin la próxima semana al son del movimiento de la luna. Mientras tanto, decenas de deportistas musulmanes seguirán demostrando sobre los terrenos de juego de La Rioja que la defensa de su fe no está reñida con el rendimiento físico y mental del que lo practica.

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